Ha transcurrido poco más de un año desde el comienzo de la primera ola de la Covid-19 que dio lugar al establecimiento del estado de alarma el pasado 14 de marzo de 2020; y hemos considerado que bien merecía publicar un balance, siquiera sucinto, de las secuelas que ha dejado el paso de este “tren” en nuestro sector. Nuestro reportaje de cabecera “En portada” del mes de mayo de 2021, recoge una docena de testimonios, entre los que destacan las opiniones de los presidentes de nuestras asociaciones nacionales y confederaciones, a cuya lectura animo a nuestros lectores.
A excepción de la Asociación de Centros de Transporte y Logística (ACTE), en la que la pandemia ha traído consigo una lluvia de proyectos y nuevos centros, con interesantes novedades (el e-commerce crece, sin duda), y del Transporte Multimodal, que ha mejorado sus resultados y sigue creciendo, aunque de forma moderada, el resto de actividades de transporte ha sufrido no pocas penalidades.
Se me podría achacar que esta aseveración no es del todo cierta, porque el sector de la alimentación ha trabajado sin descanso, pero quiero recordar que el Transporte Frigorífico de “internacional” (uno de nuestros baluartes) ha tenido que retornar de vacío con sus vehículos, todo un desastre.
En el Transporte de Cisternas persiste la incertidumbre, después de caídas de entre el 30 y el 50 por 100 de la facturación y de importantes regulaciones de empleo; y los tenders no remiten.
Tampoco el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia reactivará la economía, pues habla de subida de impuestos
Con las fábricas de coches y camiones inmersas en una producción intermitente, al borde del colapso por la falta de semiconductores, el sector de Transporte por Carretera de Portavehículos (con un 50% menos de volumen de trabajo) realiza malabares para subsistir. Por su parte, los Operadores de Transporte se quejan de que tienen que financiar a sus clientes con unos plazos cada vez más dilatados, y las Mudanzas –muy “tocadas”- continúan atravesando un tobogán de dificultades, que el teletrabajo (traslados de la ciudad al campo), no ha logrado paliar.
Sí, la bajada de la demanda de transporte (en la Carga General, además de las actividades citadas) ha sido muy dura, pero “el problema está en la caída de los precios”, como asegura el presidente de la CETM, Ovidio de la Roza, quien se queja con amargura de que todo ha sido “palabrería y compromisos incumplidos”, por parte de la Administración. Y con “palmaditas en la espalda no se arregla nada”, como dice Carmelo González, el presidente de CONETRANS, para quien 2020 ha sido un año perdido. Ambos representantes de nuestra Confederación creen que el sector está poco unido y que urge movilizarse y adoptar medidas, quizás extraordinarias.
Y es que se avecinan malos tiempos. No solo porque después de la vacunación nos esperan otras cosas: “Es la economía, estúpido”, como dijo Bill Clinton en las elecciones a USA del 92, sino porque en vez de ayudas podemos tener desamparos.
Estamos hartos de las tarascadas de Seopan y Acex
El Plan de Impulso a la Sostenibilidad del Transporte por Carretera, propugnado por el MITMA, no da respuesta a los graves problemas del sector; ningunea los estudios de la CETM (de FROET en concreto) sobre la carga y descarga, que señalan al sector como la parte más débil en las negociaciones, frente a los cargadores, y soslayan las recientes aportaciones sobre el asunto en el Congreso de los Diputados.
Tampoco el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia reactivará la economía, pues habla de subida de impuestos (los carburantes y la Euroviñeta), y menciona vagamente ayudas a la renovación de la flota (ya se nos excluyó de los planes Renove y Moves III) y la digitalización del sector. Y no se olviden ustedes de las 44 toneladas.
Y estamos hartos de las tarascadas de Seopan y Acex, “primos hermanos” en la construcción, conservación y explotación de infraestructuras, reclamando tarifas obligatorias en nuestras vías, para repartirse la recaudación. Las infraestructuras viarias son un servicio público, que ya pagamos todos sobradamente (11.000 millones por parte del transporte).
Hora es ya de que el Gobierno cercene estas pretensiones, aunque el pastel es muy goloso.
Lo dicho, mientras escuchamos vaguedades de una política grandilocuente sin fundamentos tangibles, el tiempo para la supervivencia se agota.
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