Hemos postergado hasta el último momento el cierre de esta edición, previendo alguna noticia de alcance que diera alas o esperanzas a nuestros lectores, de forma que tanto la Administración (el Ministerio de Transportes en este caso) como los cargadores, hubieran recapacitado, pensado o incluso quizás esbozado siquiera una sola idea para arreglar o mejor dicho, organizar, un segundo encuentro entre las partes (Administración y cargadores por separado o bien juntos) con el sector del transporte de mercancías por carretera, quien el pasado 10 de noviembre lanzó el órdago de un paro patronal, con fecha y hora.
Este paro patronal, que no hay que confundir con una “huelga” de asalariados, no está dirigido, por supuesto, a socavar las economías ni el bienestar de los ciudadanos
Sin duda, queridos lectores, hemos pecado de ingenuos, aunque parece ser que el Comité Nacional de Transportes por Carretera (CNTC) ha recibido una especie de “borrador” procedente de Transportes, del que desconocemos los términos de su contenido; no hay reunión, pero sí “palabras”.
En mi humilde opinión, las reuniones deben servir para negociar y concretar acuerdos, no para dar largas cambiadas, ni firmar en barbecho, que de eso tenemos muy amargas experiencias. Pero seamos optimistas y confiemos una vez más en la buena fe de los interlocutores, por la cuenta que les tiene.
En el encuentro mantenido el pasado 19 de noviembre entre el Comité Nacional de Transporte por Carretera, y la nueva secretaria de Estado del Ministerio de Transportes, Isabel Pardo de Vera, hubo un compromiso por parte de esta última: abrir un plazo de una a dos semanas para contestar a las harto conocidas razones de cabreo absoluto de los empresarios de transporte, expuestas por el presidente del CNTC, Carmelo González, de las que damos cumplida cuenta en este mismo número.
La “pelota” está ahora en las manos de la ministra Raquel Sánchez quien no ha tenido a bien conocer personalmente a sus interlocutores (¿acaso están infectados por la nueva cepa sudafricana?) y se ha permitido afirmar, por ejemplo, que el problema de la carga y descarga es un asunto privado que deben dirimir los afectados, léase cargadores y transportistas. Convendría que alguien próximo a la titular de Transportes, como su secretaria general de Transportes María José Rallo, le ilustrara acerca de cómo va esta historia. Sánchez debe saber, además, que tradicionalmente ha sido –y debe seguir siéndolo- su Departamento el que “negocie” con otros ministerios los asuntos de sus administrados.
Sin duda, queridos lectores, hemos pecado de ingenuos
Restan muy pocas fechas para saber qué movimientos van a hacer los destinatarios del paro, pero por una vez y esto es destacable, todo el mundo en el sector lo tiene claro, desde autónomos con un solo vehículo hasta grandes empresarios: hay que parar, presionar, aunque no nos guste. En los diversos foros a los que ha acudido esta publicación, y en las decenas de entrevistas realizadas (solo hemos publicado una pequeña, pero significativa parte), coinciden argumentos como la carga y descarga y el maltrato a los conductores; la imposición de peajes o Euroviñetas; el incremento de precios y costes de todo tipo (el combustible es uno más) y la cláusula de revisión de los precios en función del coste del gasóleo, entre otros no menos destacados.
Pero, sobre todo, hay algo que hiere muy profundamente en el ánima del empresario: el absoluto ninguneo, el no ser reconocidos ni valorados, después de haber sido tratado como a “héroes” durante la pandemia, por parte de nuestro Gobierno.
Y también la coacción en las negociaciones con los cargadores (los tenders son una pequeña muestra) y el desprecio que se ha mostrado hacia nuestros conductores (“se nos ha tratado como a perros”, me han llegado a decir).
Este paro patronal, que no hay que confundir con una “huelga” de asalariados, no está dirigido, por supuesto, a socavar las economías ni el bienestar de los ciudadanos, aunque nos tememos que bien podría afectarles; sin duda, la sociedad sabe, porque lo ha vivido, que el transporte ha sido vital, esencial, que ha hecho lo posible y lo imposible por atender todas las necesidades, jugándose el pellejo. Por ello, quizás sean comprensivos con esta actitud, porque ahora sí: está en juego el pellejo y la supervivencia de las empresas. Sin transporte nada existe.
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