El 14 de marzo del pasado año daba comienzo el “estado de alarma” impuesto por el Gobierno de la nación para hacer frente a la COVID-19; una etapa que habría de prolongarse por un periodo de tres largos y aciagos meses.
Un año más tarde, las cifras y los daños de todo tipo que han provocado las sucesivas olas de la pandemia son escalofriantes: más de 75.000 muertos (según datos oficiales que nadie cree), más de tres millones de contagiados directos, muchos de ellos con secuelas físicas y/o psíquicas, y una economía devastada, con desastrosas consecuencias: más de cuatro millones de parados, sin contar los adscritos a un ERE, miles de negocios arruinados, cientos de miles de familias en la miseria, las colas del hambre…, para qué seguir.
Ha transcurrido poco más de un año desde aquella fatídica fecha y el transporte de mercancías por carretera, al igual que la mayoría de nuestra sociedad, se encuentra desmoralizado, abatido, desalentado, con la única esperanza, quizás, de una vacuna que no llega. Su pretensión de ser considerado como “grupo prioritario” en la vacunación, dadas las especiales características de su trabajo ha sido –como ya viene siendo habitual- rechazada.
Hemos transitado de “héroes a villanos” con pasmosa fugacidad
Después de un año de tristezas y sobresaltos sin cuento, el transporte y la población en su conjunto asisten, hartos y cabreados, a los contoneos y mudanzas de una clase política en la que el transfuguismo, los insultos y las broncas cada vez más crecidas resaltan las manipulaciones y los intereses para hacerse con el poder, sin que exista el más mínimo afán por “procurar el bienestar de los ciudadanos”, como señaló el presidente de la CETM, Ovidio de la Roza.
Lo repetimos otra vez. El Transporte de Mercancias por Carrtera ha transitado de “héroes a villanos” con pasmosa fugacidad; quizás no haya sido así (me atrevo a afirmar) para la sociedad, pero sí para la Administración. Hemos pasado de ser un sector digno de elogio, además de estratégico de la economía, a esa mosca cojonera que reclama sin tregua por sus derechos.
¿Qué razones existen, entonces, para que se excluya a nuestro sector de las ayudas gubernamentales (los ya famosos 7.000 millones de euros) destinados a autónomos y empresas, cuando se puede demostrar que, quizás con la salvedad de las empresas dedicadas al transporte sanitario y la alimentación, la economía del resto ha bajado más del 30% exigido para acceder a estos recursos? ¿Por qué la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia permite que plataformas VTC como Cabify puedan realizar servicios de transporte de mercancías, en clara competencia con nuestro sector? ¿Qué más hace falta para que se nos liberalice por completo?
Es hora de saber, por otra parte, en qué piensa el Gobierno emplear los fondos provenientes de la Unión Europea (los 140.000 millones), porque mucho nos tememos que el transporte de mercancías (dependemos de otros sectores con serios problemas de rentabilidad) no esté entre los “agraciados”.
Apostamos, como no podía ser menos, por la transición energética, en la que tanto empeño ha puesto el Gobierno, pero “ser el país más verde de Europa” tiene un coste elevado, sobre todo para los transportistas y mal comenzamos si a la primera de cambio se opta por eliminar al sector del Plan Renove, con argumentos peregrinos, porque en otros países las ayudas existen.
Aquí tendremos que aunar intereses con los fabricantes de vehículos (ya se está haciendo) para implementar recursos en aras a la adquisición de vehículos más ecológicos, sin prisas pero sin pausas.
Sí, 2020 ha sido un año especialmente duro. Un año en el que se ha peleado con la Administración hasta la saciedad, con convocatorias de paro patronal incluidas, que devinieron en una serie de compromisos por parte del Ministerio de Transportes, totalmente incumplidos hasta el momento. La prohibición de la carga y descarga, la devolución mensual del gasóleo profesional, la no implantación de la Euroviñeta ni del aumento de los pesos y dimensiones, la lucha contra la competencia desleal…
Hay otros temas complejos que preocupan al sector, como la Reforma Laboral, las dificultades de la tramitación electrónica y la Ley de Movilidad Sostenible y Financiación del Transporte, en los que la confederación española de transporte de mercancías, CETM recaba información, trabaja y hace planteamientos a las diferentes administraciones, porque 2021 tampoco será un año fácil, verdad?
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