La despedida del “año Covid” no ha podido ser más desastrosa para el sector, especialmente para nuestros conductores de internacional con destino al Reino Unido.
Por si fueran pocas las penalidades sufridas durante esta pandemia, las pésimas y tardías negociaciones sobre el Brexit y la aparición de una nueva cepa del Covid-19 en el Sur de Inglaterra, han venido a complicar hasta casi desaparecer, el derecho al merecido descanso de nuestros chóferes en las pasadas fechas navideñas y el inicio del nuevo año. Y, como ha sucedido en anteriores ocasiones (baste recordar el blindaje de fronteras en la cumbre del G-7 de 2019 en Francia, amén de los cortes de carreteras por parte de los CDR), no parece que a los políticos, tanto a los del Reino Unido como a los de la UE, les haya importado lo más mínimo las duras condiciones que han tenido que soportar durante días los miles de conductores atrapados en ambas fronteras.
CETM solicitó a nuestro Gobierno y al Ministerio de Transportes que ejercieran las presiones necesarias para poner fin a las restricciones en las fronteras...
Se ha pisoteado la dignidad humana hasta extremos intolerables. Sin agua, sin comida, sin servicios higiénicos, sin atención de ninguna clase, nuestros conductores profesionales, no se han apartado de sus vehículos esperando una solución que no llegaba, ni por parte del Gobierno español ni por el conjunto de la UE, a través del Consejo, para salir de la ratonera y poder retornar lo antes posible a sus lugares de origen.
La exigencia del gobierno galo de un test PCR para cruzar la frontera, hacía todavía más difícil esta infame situación.
Tuvo que ser la IRU, la Organización Internacional de Transporte por Carretera de la que la CETM forma parte, quien hiciera una petición a Bruselas para garantizar el libre tránsito de las mercancías a través de los corredores Green Lanes (Líneas Verdes de acceso libre) que han estado funcionando en los cruces de la Red Transeuropea de Transportes durante la pandemia.
Por su parte, la CETM solicitó a nuestro Gobierno y al Ministerio de Transportes que ejercieran “las presiones necesarias para poner fin a las restricciones en las fronteras, al objeto de permitir el flujo de conductores y vehículos, sin imponer medidas que entorpecieran la circulación”, como los test antes citados. Es prácticamente imposible, de otro lado, evaluar las pérdidas económicas sufridas, fruto de la negligencia e improvisación de nuestros políticos.
No obstante, los problemas, los atascos, no han terminado, porque aunque se llegue al acuerdo de prorrogar las licencias comunitarias por un periodo de seis meses, en las negociaciones que se mantienes sobre el Brexit, los controles y las colas kilométricas continuarán durante unos meses más.
En el plano nacional, el “año Covid” ha tenido no pocos efectos adversos. Durante meses la pandemia ha estrangulado la actividad de nuestro sector, porque sus secuelas han tenido consecuencias nefastas sobre parcelas básicas como el turismo, por poner un ejemplo.
Salvo necesidades esenciales para la población, como la sanidad y la alimentación, en las que el transporte de mercancías por carretera se ha volcado hasta el último aliento para que jamás les faltara el suministro a nuestros conciudadanos, bien puede afirmarse que nuestro Gobierno no ha mostrado la más mínima preocupación por crear otros tejidos industriales que cambiaran nuestra imagen de un país de servicios; y así nos va.
Se ha demostrado de forma palpable que el transporte de mercancías, es esencial, indispensable, medular y estratégico, pero también que no está lo suficientemente valorado por nuestras instituciones, no así por nuestra sociedad, quien se ha percatado de sus virtudes.
Después de duras peleas con la Administración y con nuestros clientes, los cargadores, nos encontramos manteniendo reuniones que dicen ser de carácter “político”, pero la representación o el nivel de los interlocutores (con ser importante) parece indicar que su tinte es más bien “técnico”. Rota la mesa tripartita (pregunten ustedes el porqué a los cargadores), solo nos queda bregar con la Administración, en un año que se avecina especialmente duro, a pesar de que, por fin, tengamos la tan ansiada vacuna.
Y les aseguro que no va a ser fácil doblegar la voluntad del transporte de mercancías, que peleará tenazmente –como siempre lo ha hecho- por lograr sus objetivos.
Desde estas páginas y en nombre de la Redacción les deseo, queridos lectores, salud y suerte. Feliz Año.
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