Las entidades financieras que necesiten ayudas públicas traspasarán al banco malo los activos inmobiliarios adjudicados por impagos (vivienda nueva, promociones en curso y suelo), así como préstamos morosos con o sin garantía real y créditos sobre vivienda terminada, en curso o suelo. En una primera fase entrarían en el banco malo los activos tóxicos de los bancos rescatados, luego se incorporarían los de otras entidades que, sin haber sido intervenidas, requieren ayudas públicas para poder recapitalizarse si certifican la pérdida de valor de sus activos.
El fin de un banco malo, que se financia sobre todo con deuda avalada por el Estado, (para pagar los activos recibidos) es que se recupere la mayoría de la inversión después de que las participaciones públicas en la entidad sean vendidas a precios de mercado. El FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) va a tener la participación de capital más importante de este banco malo por tener bajo su control entidades nacionalizadas y serán las que más activos venderán al banco malo. Éste nacerá con unos 45.000 millones en activos tóxicos aportados por las entidades nacionalizadas: en total, reunirá 89.000 viviendas y 13 millones de metros cuadrados de suelo. Deberá vender las viviendas nuevas con una rebaja del 54% y del 79,5% para el suelo, mientras que los créditos tendrán un recorte medio del 45,6%. No se dedicará a la venta minorista, pero no se ha descartado la venta por web y a través de promotores inmobiliarios.