REVISTA TRANSPORTE PROFESIONAL
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Momento, pues, de valorar si la mayoría absoluta que la ciudadanía otorgó al gobierno actual se ha empleado con eficiencia en el sector de transporte de mercancías por carretera.
Como frontispicio sectorial vuelve a figurar que los dineros han ido para el ferrocarril, y las tasas, peajes, impuestos y multas, para la carretera. Nada nuevo.
Luego en este sentido la mayoría absoluta gubernamental no ha servido para cambiar esa relación desequilibrada que padece nuestro país desde que una empresa pública se dedica a ser transportista para satisfacción, que no gloria, de sus élites directivas. Causa bochorno, si no indignación, que recientemente la ministra de fomento haya encargado un estudio para conocer la rentabilidad de la red AVE.
A fiasco concluido.Como fiasco consumado ya el de la Estrategia Logística, rutilante proyecto de la actual ministra y equipo, con el que se zanjarían todos los males que paralizaban al sector del transporte, su logística y la Intermodalidad, dado la vocación integradora y de coordinación intermodal y de departamentos de su ministerio que inspiraban dicho plan, con el que se iba a dotar así a nuestro país de una infraestructura logística intermodal del y para el siglo XXI: rentable, eficiente y envidia de propios y extraños.
No, no, no se preocupen, no están ciegos. Si, sí, claro, los impuestos no han dejado de recaudarse ni de subirse.
Pero no escatiman esfuerzo y trabajo por el sector de los transportes de mercancías, que dicen estratégico, y tras arduos desvelos anuncian una propuesta singular orientada al bienestar, rentabilidad y contento de los transportistas por carretera, consistente en obligarles a circular por autopistas de peaje allá donde se hallen.
¡Ay que ver estos transportistas nuestros que se oponen a las bondades y bienes que el gobierno les depara! Y los concesionarios casi vitalicios de las autopistas a sufrir sin rechistar que les aumenten los clientes y la facturación. El mundo al revés.
Y por ahí seguido con las restricciones a la circulación, las viñetas y peajes a la carta y a granel, las restricciones a los desplazamientos en la fluida y libre UE: salarios mínimos a transportistas transeúntes; descanso semanales alejados del vehículo y mercancía, que las leyes mercantiles les obligan a custodiar; régimen de módulos guillotinado, para qué lo gradual; masas y dimensiones sí, no, pero todo lo contrario; eliminación céntimo sanitario, lo que se pone no se quita, menudo es Montoro soberano; acceso al mercado, para qué hacerlo fácil; restricciones a la circulación, si grande que no ande; reglamento ROTT, tampoco pasa nada; el gasóleo: cuando baja el crudo, sube y cuando sube, también .
Salvo la oxidación por el transcurso del tiempo, todo sigue igual. Y cobrar la paga la han cobrado, estoy seguro.
Dos comentarios finales: el sector de los transportes desde el empresariado y lo social, integrantes de los órganos consultivos de la Administración competente como lo son la comisión de Intermodalidad y el Consejo Nacional de Transporte, han informado con rigor y lealtad, en tiempo y forma, de cuantos proyectos les han sometido a consideración. Decir, pues, que ministra, ha estado informada con antelación, veracidad y pulcritud.
Y un segundo aspecto, la reflexión sobre imputación de responsabilidad ante tal estado de cosas. El ministerio, en tanto que ostentador del poder es el responsable absoluto, cierto, pero no único.
Los actores sectoriales vienen, venimos desde tiempos remotos, a remolque de lo que la Administración, el gobierno, tenga a bien disponer.
No queda otra, dirán algunos. Vale. Por ello o por incapacidad nos limitamos solo a criticar, enmendar y proponer pero siempre sobre propuestas presentadas por Fomento y ya va siendo hora que tanto transportistas como cargadores alcancemos la mayoría de edad -requerida y acreditada para los enormes riesgos que asumimos en tanto que emprendedores- y seamos capaces de llegar a acuerdos conjuntos y proponerlos a la Administración.