Desde mi escasa apreciación personal, las líneas que el transporte tiene delante hoy por hoy, para obtener lo que todos llamamos” transporte competitivo” están bien definidas por la propia Unión Europea: asumir el sistema intermodal. Reducir las emisiones contaminantes. Evitar el incumplimiento de las normas, así como la competencia desleal. Mejorar las condiciones sociales. Mayor exigencia en la selección de los proyectos, incluyendo entre estos a las plataformas logísticas, imprescindibles para los modos. Y derivadas de estas claves, numerosas subdivisiones.
De acuerdo con lo anterior y según las conclusiones del portavoz de la UE en el pasado congreso de la CETM: “para enfrentarse al cambio climático (uno de los grandes retos) habrá que recurrir a la tecnología, pero a corto plazo, hay que utilizar mejor los medios actuales, ahorrando energía… promover la innovación ecológica en el transporte por carretera… mejorar el atractivo del cambio modal… aumentar el gasto en investigación… desarrollar motores y carburantes con pocas o ninguna emisiones de CO2, cuya superioridad técnica facilite la renovación de las flotas”. Y aquí es donde entra eso de abrir los brazos al cambio porque en unos cuantos años, los modernos vehículos industriales de hoy van a ser historia. Las grandes marcas tienen ya preparadas sus alternativas, motores mixtos, híbridos etc. aunque lo que también esperan para su comercialización es alguna forma de subvención o beneficio alternativo.
Pero en la calle, las voces de este sector proactivo, cuestionan las tesis y se muestran indecisas antes de aceptar sin reparos tanto desafío. Todavía quedan zonas grises y muchos pasos para alcanzar metas, por eso se argumenta sobre lo impráctico de ciertas medidas.
Y así se explicaban algunos usuarios del transporte acerca de las mismas: “se ha dado en demonizar al transporte por carretera afirmando que es el que más contamina y se apuesta por el tren como energía limpia. Pues, se sabe que el gran porcentaje de emisiones proceden del exceso de turismos particulares y los grandes atascos. Se ha obligado a las marcas a fabricar motores no contaminantes y se ha hecho un gran esfuerzo en tecnología. Tanto los empresarios de industriales como de buses, están concienciados y se adaptan a los motores Euro 4 y Euro 5, regulando las emisiones. Si se tiene en cuenta el número de toneladas que se transporta (viajeros y mercancías) se aprecia una escasa emisión por tonelada transportada. Se apuesta por el ferrocarril pero éste no llega a todos sitios, serán los camiones los que lleven las mercancías desde el origen al tren y desde el tren al destino. Y sí, el tren no contamina en su recorrido, pero su energía eléctrica se genera en las centrales térmicas que lo hacen. Si hablamos de las nucleares, peor. Los saltos de agua no dan para tanto”. Hay todo tipo de conjeturas a la hora de suponer y aceptar los cambios para un sistema competitivo.
Sin embargo, el progreso es el progreso, las decisiones de los expertos se impondrán a pesar de los pesares, y voy a terminar con la respuesta de la Unión Europea sobre el reto de alcanzar un transporte sostenible, que dice: “esto dependerá en gran medida, del futuro marco financiero plurianual que será discutido el próximo año con los Estados miembros” Sin comentarios.