
Teniendo en cuenta que el descarrilamiento ha tenido lugar prácticamente en la puerta de la futura estación del AVE en Huelva, y a escasos metros de la barriada del Polvorín, es mejor no pensar en lo que podía haber pasado.
En tanto que el transporte de mercancías peligrosas por carretera cumple escrupulosamente con la normativa en vigor, como no podría ser de otra manera, el ferrocarril sigue haciendo de su capa un sayo, mientras que la Administración mira para otro lado. ¿Sostenibilidad? Sí, pero ¿a qué precio?.