Es el acontecimiento más sobresaliente del transporte de mercancías por carretera en nuestro país. Con periodicidad bienal, más de 700 transportistas se dan cita en un Congreso en el que lo importante, aún más si cabe que la participación de destacados empresarios, reconocidos expertos y representantes de las diferentes administraciones, es lo que representa ante la sociedad, los poderes públicos y, por supuesto, los medios de comunicación.
Debemos de ser conscientes de que este tipo de eventos, (el XVI Congreso de la CETM tendrá lugar del 26 al 29 del presente mes de octubre en Bilbao), constituyen el marco ideal para reflejar la verdadera imagen del sector, tantas veces vilipendiado.
En consecuencia, también debemos de ser capaces de transmitir nuestra filosofía y nuestro trabajo, primero, a la sociedad en general, con el objetivo de mostrarle que el transporte es “su” aliado y un elemento imprescindible para su bienestar que está a “su” servicio las 24 horas los 365 días del año.
Y, en segundo lugar, a las administraciones locales, autonómicas, nacionales y europeas, quienes deben “sentir” la importancia de un sector estratégico, y su fuerza. Evidentemente, no debemos obviar, sino potenciar nuestras relaciones con los mass media, pues es fundamental que se conozca que los camiones en absoluto son fuente de contaminación, accidentalidad y congestión; más bien al contrario, puesto que el transporte por carretera es un modelo de gestión, eficacia, transparencia y servicio público, además de un soporte fundamental en el entramado socioeconómico del país.
Parafraseando a Iñaki Errasti, presidente de Asetravi, la organización de empresarios de transporte de Bizkaia, “o somos un lobby o no somos nada”.
No pasa un día en que el transporte por carretera no sea el blanco de los dardos de determinados estamentos que solo buscan quien pague su inoperancia, a través de nuevas tasas e impuestos, en la ¿justa?, pero a veces espúria, defensa de sus intereses. Las diferentes administraciones, por su parte, se empeñan en masacrar al transporte profesional, sin respeto alguno.
Ahí tenemos, por ejemplo, la firme determinación de la Diputación Foral de Guipúzcoa de instaurar un nuevo peaje en Echegárate, que tendrá un coste aproximado de unos diez euros. De no conjurarse esta pretensión, pronto tendremos nuevos peajes y tasas en otras Comunidades Autónomas, con lo que ya no hará falta que se implante la Euroviñeta, pues nos la habrán impuesto por la puerta de atrás. Curiosamente, los diez millones de euros aprobados para este año, destinados a bonificaciones por el uso de las autopistas (el Plan de Desvío Voluntario), ni están ni se les espera, dado el desbarajuste político que estamos padeciendo.
Tampoco es desdeñable la campaña que ha iniciado Trabajo para inspeccionar especialmente a las empresas de menos de 50 trabajadores (tiempos de trabajo y registro diario de jornadas), en la que se amenaza con sanciones que podrían llegar hasta los 6.250 euros.
Y los sindicatos parecen apuntarse también a esta “moda” de las presiones, en las negociaciones que comienzan a mantenerse en la renovación de los convenios colectivos. Por si esto fuera poco, el transporte frigorífico denuncia que se puede producir una “fuga” de convenios al del “Frío Industrial”, en el que quedarían encuadradas las actividades auxiliares y de transporte que trabajan para almacenes frigoríficos.
De otro lado, el convenio colectivo de Bizkaia saltaría como un polvorín, si como nos han asegurado en la mesa redonda mantenida con transportistas vizcaínos, hay que negociarlo conjuntamente con el de los transitarios, más oneroso.
Llamo la atención de nuestros lectores sobre este reportaje especial del País Vasco, fiel reflejo de los múltiples problemas que a nivel nacional tiene nuestro sector. Cuestiones pendientes, como lo está la negociación con los cargadores, de la que existe ya un primer documento remitido al Comité Nacional que debe analizarse con extremo cuidado.
El Congreso de Bilbao debatirá ampliamente sobre los temas más acuciantes, entre los que se encuentran el acceso a la profesión y al mercado (¿recuerdan lo de los tres vehículos?), y señalará las claves sobre cómo afrontar el enmarañado momento económico y sobre todo político, que estamos viviendo.
Ante esta tesitura, Bilbao se presenta como una cita obligada e ineludible, y el mejor escaparate para conseguir nuestros fines.
Os esperamos.