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Sábado, 11 Enero 2025

    Noviembre 2016 - Editorial revista Transporte Profesional

    Javier Baranda Javier Baranda Editorial

    Por un trato justo

    Han pasado 30 años desde la celebración, en Madrid, del I Congreso Nacional de Empresarios de Transporte, y observo con desazón que, aunque evidentemente los problemas y las cuestiones no son los mismos (algunos recordarán quizá con nostalgia las “tarifas” de obligado cumplimiento), sí es cierto que persisten determinados males, ya endémicos, en nuestro sector.

    Por otra parte, cada día sufrimos el embate de nuevos impuestos, se complica e incrementa la maraña legislativa, gracias a las competencias autonómicas y, por lo que respecta a Europa, las cosas van aún peor. Tampoco ayudan, más bien al contrario, los intereses inconfesables de muy variados estamentos, que parecen reclamar su parte del “pastel” del transporte, sin darse cuenta de que -impelido y ayudado evidentemente por la crisis- el sector está cada día más depauperado, con enormes problemas de productividad y de rentabilidad. Como diría un castizo, "si la gallina no come pienso dejará de poner huevos".

    Pero mi preocupación, probablemente compartida por una mayoría, como hemos podido apreciar en el Congreso de Bilbao, va por otros derroteros. Existe desde hace décadas, una falta de "respeto" (dicho sea sin ánimo de ofender) y de unión entre los propios transportistas, de la que se aprovechan los cargadores. Y persiste también una gran incomprensión, por parte de los poderes públicos, hacia un sector vital y estratégico para la economía del país.

    En el primer supuesto, la prueba del algodón es que la guerra de precios, evidentemente a la baja, entre los propios transportistas, está alcanzando unas proporciones nunca vistas. No solo es -como certeramente señaló el presidente de la Confederación, Ovidio de la Roza-, que las condiciones de trabajo, de la prestación del servicio de transporte, hayan cambiado, rolando al capricho o las necesidades de los cargadores (la carga y descarga es todo un ejemplo), sino que se está perdiendo la mínima estabilidad y regularidad necesarias para atender la demanda de transporte con las máximas garantías. Y la proliferación de los concursos -los ya tristemente famosos tenders-, destroza la productividad y, por ende, agrava los problemas de rentabilidad. Nos encontramos en un momento clave, tras largas deliberaciones con las principales asociaciones de cargadores, que deberían culminar en unos acuerdos racionales, estables, que se respeten, en los que ambas partes salgan beneficiadas.

    La relación con las administraciones públicas, la otra variable antes apuntada, es punto y aparte. Después de las nefastas consecuencias que ha tenido el bloqueo político, se abre ahora un periodo de incertidumbre con un nuevo Gobierno, en clara minoría parlamentaria. Los programas de los cuatro partidos más votados no hacen prácticamente referencia al transporte de mercancías por carretera.

    En todo caso, dicen compartir una parte del diagnóstico, pero sin aportar soluciones concretas. Dolorosamente harto de retórica, el transporte clama por los “hechos”, por una apuesta clara y sin ambages hacia un sector al que no se reconoce ni su importancia, ni su aportación a las arcas estatales y autonómicas, ni su dinamismo, ni su fuerza. Se reclama, y cito textualmente, "un trato proporcional a la importancia del servicio que prestamos", según De la Roza.

    Menos presión fiscal a todos los niveles, menos legislación farragosa, compleja e ineficiente, menos inversiones en otros modos como la alta velocidad, que lastran la construcción y mantenimiento de carreteras y accesos a puertos y terminales ferroviarias; y más inversión en formación y fomento de la seguridad.

    Y, por supuesto, como se puso de manifiesto en el Congreso, el Gobierno debe, porque puede hacerlo, tomar alguna medida para reforzar la capacidad negociadora del sector en el mercado, de forma que se puedan equilibrar las condiciones en las que se compite y se trabaja con los clientes, a la vez que atajar las pretensiones de determinados grupos de presión que ven en el transporte un "remedio económico" a su ineficiencia.

    En este mundo global también nos importa -y mucho- Europa, la permisividad de la Comisión Europea ante las veleidades legislativas de algunos países, que causan pérdidas millonarias a nuestras empresas, en tiempo y dinero. Lo cierto, por otra parte, es que no existe política de transportes en el seno de la UE.

    El sector ha ofrecido, como siempre, su colaboración al Ejecutivo, pero tampoco le duelen prendas en afirmar que defenderá sus intereses con todos los medios a su alcance, si no encuentra respuestas.

    El futuro comienza hoy, en un nuevo ciclo, político y económico, y exige reformas en profundidad, el paso de la retórica a los hechos.

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    Javier Baranda

    Director y editor de la Revista Transporte Profesional, periodista de vocación y devoción llevo media vida ligado a la información sobre el transporte y el asociacionismo en especial a la CETM

    https://www.transporteprofesional.es/opinion/editorial-revista

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