REVISTA TRANSPORTE PROFESIONAL
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En el editorial del mes de abril nos hacíamos eco de que la tramitación de la Ley de Movilidad Sostenible, que se encuentra en tramitación parlamentaria -veremos qué pasa con el Gobierno, que esa es otra-, el estudio para implementar peajes en las autovías había quedado fuera de la misma; Óscar Puente ‘dixit’.
Pues bien, ‘donde dije digo, digo Diego’, en tanto que el inquilino del Ministerio de Transporte y Movilidad Sostenible se descolgaba hace unos días con unas declaraciones en las que aseguraba que las carreteras no son gratis y que hay que pagarlas vía impuestos o con peajes. No entiendo muy bien la actitud del Ejecutivo, en tanto que después de asegurar a la Unión Europea la puesta en marcha de los peajes, se echó atrás, para ahora ¿reactivarlos? Estos cambios de parecer y de opinión me suenan; ¿a ustedes no? “Tendremos que tomar una decisión al respecto”, ha comentado Puente. Nuevamente se pone el foco en el sector del transporte de mercancías por carretera; vamos de sobresalto en sobresalto. No sé cómo va a quedar todo esto -ni siquiera la Administración lo sabe-, con lo que a buen seguro todavía quedan muchos capítulos que abordar en este sentido.
En otro orden de cosas, quería dedicar unas líneas a un asunto como es el de la descarbonización. Desde Europa la presión por llegar a las cero emisiones es evidente, pero desde las distintas asociaciones empresariales, tanto de camiones como de autobuses, con la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM) a la cabeza, han puesto énfasis en que las prisas no son buenas consejeras.
Cierto es que se trata de un camino sin retorno y que no tiene vuelta a atrás, pero lo que está claro es que todavía queda trabajo por hacer
Quien más lo ha hecho saber es el presidente del Comité Nacional del Transporte por Carretera y de CONETRANS, Carmelo González, quien tiene claro que el “éxito de la descarbonización en el transporte de mercancías por carretera residirá en que su puesta en marcha se haga con la flexibilidad suficiente para no poner en riesgo la prestación de nuestros servicios, dotándola de las ayudas necesarias y fijando unos plazos de tiempo justos y adecuados”.
Y no, no debemos demonizar al diésel, que todavía tiene mucho recorrido, y que para según qué transporte (sobre todo pesado de larga distancia) será el combustible más utilizado junto con los biocombustibles por muchos años. Que convivirá con otras energías está claro, pero de ahí a que desaparezca hay un trecho, por lo menos a nivel profesional.
Ahora bien, si lo que queremos es avanzar en el establecimiento de un transporte cada vez más sostenible y ‘limpio’ también necesitamos de más recursos, y no sólo me estoy refiriendo a disponer de una infraestructura de recarga adecuada a las directrices marcadas, que también lógicamente, sino que para ayudar a esta transición es necesario que las líneas de ayudas y la financiación para la adquisición sean más claras que nunca.
Digo esto porque el pasado 30 de abril finalizaban las ayudas del plan Moves Mitma para la compra de vehículos nuevos (camiones y autobuses) cero emisiones (eléctricos y de hidrógeno) que estaba dotado con 400 millones de euros procedentes de los fondos Next Generation de la Unión Europea. Y al cierre de este editorial no se sabía si se iban a prorrogar estas partidas. No tenemos claro si el hecho de que se prorrogasen los Presupuestos Generales del Estado para 2024 impide que haya una nueva convocatoria, pero a día de hoy, así estamos.
Y no será porque las asociaciones sectoriales o los fabricantes de vehículos, de la mano de Anfac, no lo hayan solicitado por activa y por pasiva. Una ausencia de dicho plan que a buen seguro va a frenar la demanda. Luego nos quejamos de que España esté a la cola en Europa en todo lo referente a la descarbonización.