Carmelo González, reelegido presidente de CONETRANS por aclamación en una Asamblea General multitudinaria, estuvo intachable en su alocución como máximo responsable de la mayor organización de la CETM.
En primer lugar, hay que agradecer su esfuerzo y sus renovadas ganas de pelear en una arena que procura más sinsabores que goces; no hay que olvidar que además es el presidente del Comité Nacional y vicepresidente de la CETM.
Pero es que Carmelo González “se lo cree”, quiero decir que está convencido de que este sector es totalmente imprescindible, estratégico, importante y por el que merece la pena dejarse la piel. Y en un alarde de humildad, dio las gracias a la Asamblea por la confianza depositada en su persona, a sabiendas de que le espera un muro difícil de escalar.
Y esta es precisamente una de las ideas que trató de transmitir en un discurso emocionado, realista, clarividente, intenso y, por momentos, no exento de dureza. La palabra, el verbo clave -en el orden interno- es “sumar”, reflexionar y aportar, porque solo así, juntos, se puede conseguir un futuro con un tinte de esperanza; la música del transporte (Carmelo proyectó un video en el que cinco personas tocaban el mismo instrumento) debe ser única, tiene que sonar al unísono y con fuerza y no decir lo de siempre: “que debemos mejorar la imagen del transporte”.
Y mencionó otro vocablo que ahora está en boga: resiliencia, o la “capacidad de una persona o de un grupo para recuperarse frente a la adversidad”, pues son precisamente las circunstancias difíciles o traumáticas las que impelen a desarrollar las cualidades latentes que desconocíamos tener.
El momento actual es especialmente crítico, porque campan sin control la incertidumbre, las dudas, la inquietud, como señaló el presidente, con más fuerza aún que las propias circunstancias económicas.
Los cargadores deberán ponerse las pilas o no habrá conductores
Se han conjugado muchos factores, como las elecciones generales y ahora las locales y europeas, con la consecuente falta de gobierno y el parón de las negociaciones sobre los doce puntos aprobados por el Comité Nacional, en cuya resolución hay implicados varios departamentos ministeriales, y en las que ha habido más fracasos que éxitos.
Será muy complicado, por no decir imposible, conseguir un Ministerio de Transporte, exclusivo para nuestro sector, pero hay que exigirlo. Al igual que la rebaja de la fiscalidad, la eliminación o, por el contrario, la gratuidad en el desvío de los camiones a las autopistas de peaje, las necesarias ayudas para la adquisición de vehículos propulsados por energías alternativas, incluidos los que operan en las ciudades, cada vez con más restricciones a la circulación y, por supuesto, el “no” rotundo a la modificación de las masas y dimensiones. No me refiero solo a las 44 toneladas. Aquí figuran también los 4,5 metros de altura, los 20 de longitud máxima y otro aspecto más sibilino, como es la incipiente proliferación de los bi-trailers, dúo-trailers y vaya usted a saber qué conjunto especial nos deparará el futuro, sin que se haya consultado al sector.
De otro lado, la modificación del ROTT ha sido todo un fiasco, por culpa de Fomento, quien no fue capaz de pasar una copia de su último borrador al Comité Nacional, antes de su aprobación definitiva, sin haberse consensuado con los transportistas. Ahora se impugnará por culpa de la pérdida de la honorabilidad, entre otros motivos, ya que se ha creado una situación de absoluta inseguridad jurídica.
Carmelo González no se ha cortado ni un ápice en afirmar que se va a ser más duro a partir de ahora, con todos los estamentos implicados; que la paciencia se está agotando y que no le dolerán prendas si hay que dar un golpe en la mesa; que los cargadores tendrán que “ponerse las pilas” o no habrá conductores y que la Administración deberá estar presente en las negociaciones con ellos; que tenemos un grave problema de seguridad vial y…que no hay que pedir más normativas, ni más inspección, porque irán en nuestra contra, pues siempre se libra el tramposo.
No es momento de sentirse invadido, como señaló Carmelo, ni por la tristeza, ni por la congoja ni por la desolación.
Demos vuelta a estos adjetivos y actuemos.
Puedes consultar la vesion impresa de la Revista Transporte Profesional AQUÍ