Cruzar el Rubicón, como hizo Julio César cuando volvía victorioso de las Galias, para conquistar Roma, sin detenerse, sin volver la vista atrás: alea jacta est (la suerte está echada), dicen que exclamó el divino Julio.
Esta es la propuesta que realizó el presidente de la CETM, Ovidio de la Roza, en el transcurso de la Asamblea General, y con la que no puedo estar más de acuerdo.
Se echa de menos, en las reuniones y foros que organiza la Confederación, una mayor implicación, mayor participación, nuevas ideas
Se trata de romper el desencanto, la apatía, la indiferencia, aparcar el camión del desaliento en la cuneta más profunda, dejar de lamentarnos de nuestra mala suerte y enterrar ese cabreo sordo por la actitud de la Administración y de nuestros clientes, los cargadores y, cómo no, también por la de nuestros colegas, aunque nosotros les paguemos con la misma moneda.
Quizás la guerra de precios, la lucha despiadada por quedarse con el cliente, la competencia desleal, no tengan solución, como dicta, desgraciadamente, la experiencia.
Pero este es uno de los problemas más graves al que se enfrenta el transporte de mercancías, todos los días. Si nos “roban” o “robamos” los portes, vamos a obtener un “beneficio” a corto y una ruina a medio plazo. Los cargadores hace tiempo que nos han “tomado la medida”.
Lo mismo sucede con las administraciones públicas. Están pendientes de negociar los famosos doce puntos: la Euroviñeta (los desvíos obligatorios a las autopistas de peaje), la armonización fiscal, las falsas cooperativas y las empresas buzón, el gasóleo profesional, las infraestructuras, la acción directa, la pelea por la no implantación de las 44 Tm. y, ahora, la impugnación del ROTT a causa de la más que probable pérdida de la honorabilidad. Evidentemente, habrá que esperar a la configuración del nuevo Gobierno, pero pasarán meses.
Tampoco hay que olvidar todo lo que se nos viene encima, a pasos agigantados, como la política de transición energética que incluye la movilidad urbana, donde primará el uso de combustibles alternativos y se encarecerá el diésel o la obligada transformación digital (y no me refiero al 5G, ya me entienden), sin descartar, por otra parte, la normativa europea en ciernes, léase el “Paquete de Movilidad”.
Pero todo lo anterior, con ser importante, no es nada, si no existe una respuesta capaz de afrontar el futuro. Y ésta, como acertadamente predijo el presidente de la CETM, “está en nosotros mismos”, pues nadie lo hará.
Y aquí entra en juego el papel que deben jugar las asociaciones de transportistas y, claro está, de sus miembros. Estar en una organización solo para que nos saquen las castañas del fuego es un craso error. Más que el número de asociados (en absoluto desdeñable), importa la dedicación, las ganas de trabajar, el espíritu emprendedor, pensar en los asuntos colectivos, y actuar en consecuencia, porque la inmovilidad es la ruina del sector del transporte.
Hay que romper el desencanto, unirse y actuar
Tiene que existir un proceso de renovación brutal; de lo contrario -y lo dicen todos los presidentes entrevistados en este número-, la organización se anquilosa y muere.
Se echa de menos, en las reuniones y foros que organiza la confederación española de transporte de mercancías, una mayor implicación, mayor participación, nuevas ideas, sean las que sean, por parte de mucha gente joven que está dentro de nuestras organizaciones provinciales y nacionales, pues son el tan ansiado relevo generacional, el futuro inmediato.
Da la sensación de que existe, como comentaba al principio, cierto relax, escasas ganas de involucrarse, de “prestar” un poco de nuestro tiempo a esta organización, la primera de España, y de Europa, que debe ser una “referencia” incontestable.
La acción, estrechamente ligada a la unión, es la única opción posible.
Preguntémonos dónde está nuestro lobby de presión, dónde ese sector estratégico, dónde nuestra fuerza, ese respeto e incluso hasta cierto “temor” que se nos debería tener.
Lo hemos repetido muchas veces, pero no está demás insistir en que el transporte de mercancías por carretera debe, antes que nadie, creérselo. Hablo de su gran potencial, de su importancia en nuestra economía y, sobre todo, de su fuerza.
De ese trabajo y de esa unión saldrán también una mayor colaboración empresarial, un mayor respeto hacia los demás, que comienza y no es otra cosa, por el respeto hacia uno mismo.
Puedes consultar la vesion impresa de la Revista Transporte Profesional AQUÍ