Cuestionado por la evolución de la actividad durante los primeros meses del año, Rubén Villar explica que, aunque "el mes de enero fue bastante bueno, en los siguientes, la actividad se ha resentido, por lo que ahora estamos bajo mínimos; hay muy poco trabajo. El sector al que me dedico depende mucho del tiempo, y como estamos teniendo muchas lluvias, el tráfico de abonos y de cereal está muy parado". A todo ello, "la falta de Gobierno también se está dejando notar, ya que muchas empresas han dejado de hacer las inversiones que tenían previstas ante la inestabilidad política, lo que está provocando que la economía se resienta y que, en consecuencia, el transporte se vea afectado", afirma.
Aunque la devolución del céntimo sanitario y la bajada del precio del gasóleo está dando un respiro a los transportistas, "para los que firmamos con determinados clientes cláusulas de revisión del carburante, su disminución hace que nos bajen las tarifas", afirma Rubén Villar. "A ver si somos capaces de subirlas cuando el combustible se incremente. Menos mal que, por lo menos, no tenemos morosidad. El hecho de contar con clientes fijos hace que, en este sentido, me considere un privilegiado", prosigue.
A Rubén Villar le preocupa mucho el tema de la contratación masiva de conductores de terceros países ("si bien, no tengo nada en contra de ellos", asegura) por compañías a las que no les importa la calidad del servicio o la proliferación de las llamadas empresas buzón, lo que se traduce en una competencia nada sana. "Habría que incrementar las ayudas al abandono y valorar más a las empresas de toda la vida. En definitiva, tendría que haber un poco más de mimo hacia el sector, ya que somos la neurona del país", afirma. Eso sí, "no veo que para los próximos meses la economía mejore. Es más, pienso que va a producirse una recesión", concluye.
Revista Transporte Profesional