
De este modo, se evitaría, tal y como viene ocurriendo en algunos países, que sean los Gobiernos de cada Estado los que tengan que inyectar miles de millones de euros de dinero público para su salvación.
En concreto, e intentando ser lo más claros posibles, señalar que todo ello sería supervisado por un supervisor común, es decir, el Banco Central Europeo (BCE), para todos los bancos de la eurozona -hasta 6.000- con capacidad para recapitalizar directamente las entidades con problemas, de manera que se rompería el círculo vicioso que vincula la crisis financiera y la fiscal.
Se trata de un gran paso, si bien finalmente, tras el acuerdo alcanzado recientemente por los Ministros de Finanzas, únicamente se supervisarán 150 bancos de los 6.000 previstos, 200 a lo sumo. Se verán “afectadas” por ello aquellas entidades que tengan activos por encima de los 30.000 millones, unas tres por país. Eso sí, a pesar de quedar muchos bancos fuera, el peso de las entidades “vigiladas” alcanzan un peso específico dentro del sector de más del 80%, tal y como ocurre, por ejemplo, en España y Francia.
¿Qué ocurre con el resto de bancos que quedan fuera de esta medida? Pues que si el BCE ve indicios de que no funcionan como deberían hacerlo, tendría capacidad, bajo circunstancias particulares que a día de hoy no están claras, para “intervenir”.
Pero hay más tras el acuerdo alcanzado, pues en el caso de que se produzca la recapitalización directa de un banco se podría hacer por vía urgente mediante el fondo de rescate europeo, si bien ello está todavía por ver.