Los sensores del neumático podrían medir la profundidad de los surcos de la banda de rodadura y el desgaste de los mismo, y alertar al conductor de la necesidad de instalar unos neumáticos nuevos, o sugerirle que alterne los de atrás con los delante para equilibrar el desgaste de los mismos y optimizar de este modo su vida útil.
Un neumático inteligente también podría controlar y monitorizar tanto a sí mismo como su entorno inmediato más deprisa y de modos más polivalentes de lo que podría hacerlo el propio conductor del vehículo.
En una primera fase, los sensores instalados en los neumáticos medirían distintas variables y le transmitirían la información al conductor, o directamente a través de los sistemas de a bordo situados en el salpicadero del vehículo o de cualquiera de sus dispositivos móviles. No obstante, un neumático verdaderamente inteligente sería aquel que reaccionase directamente a las informaciones captadas por los sensores, sin necesidad de la intervención del conductor del vehículo.
Los consumidores también desean neumáticos más seguros, de acuerdo con los resultados de la encuesta realizada por Nokian Tyres.