La escasez de conductores se viene anunciando desde hace mucho tiempo y, lo cierto es que, hasta el momento, se han adoptado medidas que no han resultado eficaces. Es más, algunas de ellas contenidas en el Paquete de Movilidad recientemente aprobado, han sido criticadas duramente por algunos países de la Unión Europea.
Pero ¿qué se está haciendo en España? Pues la verdad es que poco, y lo poco que se ha podido conseguir es por la presión ejercida por asociaciones como la CETM y el resto de organizaciones que forman parte del Comité Nacional del Transporte por Carretera. Me refiero a la prohibición de la carga y descarga, la reducción de los tiempos de espera o el código de buenas prácticas en lo que se refiere al trato al conductor en los centros de carga y descarga.
Con estas medidas, se ha conseguido mejorar las condiciones de trabajo de los conductores y el respeto a su profesión. Indudablemente, dichas medidas son buenas, pero no son la solución. Hay otros factores que influyen también en el atractivo de la profesión. Me refiero a la conciliación de la vida laboral y familiar, algo muy difícil de conseguir en una profesión que, por su naturaleza, obliga a permanecer frecuentemente fuera del hogar. Esto afecta a aquellos conductores que viven en pareja o con responsabilidades familiares.
Los afectados por estos problemas son los conductores de larga distancia, no los que su trabajo les permite el descanso diario en su domicilio
Sin duda, otro factor puede ser la percepción de un salario que no compense tales sacrificios.
A mi juicio, hay varias soluciones que, necesariamente, deben ponerse en marcha de inmediato para cubrir esa falta de conductores profesionales.
Una sería facilitar la incorporación al transporte de conductores de terceros países que aspiran a obtener unas mejores condiciones, tanto sociales como económicas, de las que tienen en sus países de origen, o que no encuentran trabajo en aquellos, para lo que sería interesante agilizar los trámites para la obtención de su visado.
La segunda sería la captación de jóvenes de 18 a 25 años que, normalmente, no tienen responsabilidades familiares y que, por lo tanto, el desempeño de la profesión puede resultarles más atractivo.
Hoy se puede obtener el permiso de conducir de camión y el CAP con 18 años pero, para ello, el aspirante tiene que superar un curso de 240 horas y obtener el permiso de conducir correspondiente, o bien, acceder a través de la Formación Profesional realizando el ciclo de grado medio de Técnico en Conducción de Vehículos de Transporte por Carretera.
La primera opción tiene un coste importante y, por lo tanto, puede constituir una barrera insuperable para muchos jóvenes, aunque la obtención por este sistema les garantice un puesto de trabajo inmediato.
En estos casos, resulta imprescindible contar con un sistema de becas proporcionadas por la Administración, ya sea estatal o autonómica, como se está planteando hacer la Comunidad de Madrid, pudiéndolo ligar a un compromiso por incorporarse al sector del transporte.
Para acceder a través de la Formación Profesional, las comunidades autónomas se tienen que poner las pilas. En la actualidad sólo existen doce centros homologados en España, siete privados concertados y cinco públicos, donde se oferta la realización de estos ciclos de grado medio, aunque no en todos están en marcha. Todo esto es a todas luces insuficientes, ya que supondría la formación de 20 o 30 alumnos por centro al año.
Finalmente, habría que promover acciones de todo tipo que pusieran en valor la profesión de conductor y dotarla del prestigio que se merece. Pero ya llegamos tarde. Todo ello requiere tiempo y el problema hay que resolverlo ya.