
El cacareado modelo de financiación público-privada ha sufrido un serio revés al anunciar el ministro que el Plan de Austeridad del Gobierno obligará a reorganizar la inversión pública y recortar su presupuesto en 6.000 millones entre 2010 y 2011, para lo que pospondrá nuevas licitaciones, demorará plazos de finalización de obras, suspenderá temporalmente actuaciones e incluso anulará contratos en ejecución. Todo ello supondrá un retraso medio de al menos un año en las actuaciones de carreteras y ferrocarriles.
Tras estos anuncios, algunas entidades financieras han advertido de que el PEI está en grave riesgo de financiación. La incertidumbre generada por la noticia del ministro, que aún no ha concretado qué proyectos se aplazarán y cuáles seguirán adelante, ha producido la estampida de la banca, que lógicamente no se va a lanzar a financiar proyectos que pueden sufrir retrasos, con menores perspectivas de rentabilidad y de incierta viabilidad.
“Quede bien claro que esta es una crisis de crédito, de liquidez, es decir, financiera, que se ha trasladado a la economía real”
Al sector el recorte le afecta de forma directa en cuanto a que el Ministerio ha suprimido la subdirección de Gestión y Análisis de Transporte Terrestre, y la División de Coordinación y Apoyo a la Innovación del Transporte por Ferrocarril y Carretera, además de que la Conferencia Sectorial Ferroviaria ha sido aplazada sine die.
Claro estaba que, puestos a tomar medidas en firme para reducir el gasto y el déficit público, el principal Ministerio inversor iba a ser el mayor perjudicado.
Y quede bien claro que esta es una crisis de crédito, de liquidez, es decir, financiera, que se ha trasladado a la economía real. Y que todos los problemas y las dificultades vienen del sistema financiero, y no a la inversa. Así que espantar a la banca y rescindir contratos con constructoras que acaban de refinanciar su deuda es frenar la llegada de dinero fresco, un peligro real cuyas consecuencias no podemos calcular todavía. Pero veremos si el próximo mes no titularemos con otra célebre frase de nuestro ministro, que haya vuelto a trastocar los planes. Y veremos, asimismo, qué habrá pasado con todo este descalabro.