
En una economía de libre mercado es inaceptable pretender el reequilibrio artificial de los modos, y no debemos aceptar, bajo ningún concepto, que la elección del modo de transporte a utilizar, en lugar de ser libre por parte del usuario, esté condicionada por el establecimiento de perversas medidas administrativas en contra de uno de esos modos.
Es indispensable que la Administración ponga en marcha los medios necesarios para favorecer el desarrollo de la actividad de transporte en su conjunto y sin discriminaciones entre los distintos modos, como está ocurriendo en estos momentos.