
La puesta en marcha de este plan prevé evitar la emisión de nada menos que 36,43 millones de toneladas de gases de efecto invernadero hasta 2020, toda una ventaja en lo referido a la sostenibilidad ambiental.
Con estos objetivos económicos y medioambientales, el Ejecutivo encuentra de nuevo argumentos para justificar otra merma a la competitividad del transporte de mercancías por carretera. De hecho, la primera medida estructural planteada en el programa es la reorientación modal del transporte terrestre para que sea menos dependiente del petróleo, y ¡claro! el modo que más carburante fósil consume es, casualmente, el camión. Además, la dependencia de otras fuentes de energía más limpias reduciría la contaminación atmosférica, por lo que el impulso al transporte ferroviario de mercancías se presenta como imprescindible y urgente. El nuevo plan de Fomento vuelve a mirar hacia otro lado y a acusar al camión de ser el culpable de males endémicos de la sociedad como la congestión vial, sin entrar en detalles sobre el exponencial aumento del parque de turismos en las últimas décadas. Para suavizar este problema y reducir el tráfico rodado incentiva ¡claro! el transporte ferroviario de mercancías, del que prevé que absorba el tráfico equivalente a 27.000 vehículos pesados hasta 2020.
“El nuevo plan de Fomento vuelve a acusar al camión de ser el culpable de males endémicos de la sociedad como la congestión vial”.
Pero no podemos en esta ocasión utilizar la misma moneda y demonizar a Fomento por sus ataques al camión porque, abramos los ojos, el Gobierno español se limita a adoptar las directrices europeas en materia energética y de transportes. Antes de atacar a Fomento deberíamos ver lo que dice el Libro Blanco, que marca las líneas de la política comunitaria de transportes hasta 2050, y percatarnos de que las actuaciones del Ministerio van en la misma línea que las europeas, con lo que a las empresas transportistas españolas no les quedará otro remedio que acometer un cambio de mentalidad. Deberán optar por hacer autocrítica, concentrarse y adaptarse a los nuevos requerimientos del mercado y sus reglas del juego para salir fortalecidos. Porque si no, lo que le queda al transporte de mercancías por carretera es seguir a la deriva en su queja continua y en la defensa de un sector que, como el resto de industrias que conforman una economía, deberá evolucionar y renovarse, o morir.