Jueves, 13 Marzo 2025

    EL TACÓGRAFO-Los hechos, la imagen y el PEI

    María Fernanda Martínez Sierra

    María Fernanda Martínez Sierra

    Ya nos hemos referido antes a la mala imagen del transporte de mercancías por carretera en la opinión pública. Para hacerse una idea, basta con poner en un buscador de noticias la palabra “camiones” y ver las informaciones que aparecen: vuelcos de camiones, vertidos contaminantes, accidentes, problemas de tráfico y de movilidad, robos, inseguridad, etc.

    Nadie parece recordar que el camión abastece a diario las estanterías de los supermercados, las perchas de las boutiques de moda y las tiendas de decoración, perfumería y regalos, tan necesarios en estas fechas. La sociedad no es consciente de quién limpia de basura sus calles, y de quién lleva el agua a las zonas de escasez en verano. Ni de quién apaga los fuegos, ni de quién retira los residuos de las obras, ni de quién lleva el material para que se construyan. Ni de quién abastece nuestros hospitales de los materiales necesarios para la prestación médica necesaria.

    Ni siquiera el propio ministro José Blanco rompe una lanza a favor de este modo de transporte. No sólo en sus políticas pro ferrocarril, sino también en su forma de expresarse en público. En la carrera de España hacia el liderazgo europeo en alta velocidad, Blanco ha olvidado al modo con más cuota de mercado y propugna el impulso del tren como ejemplo de su apuesta por la competitividad y el crecimiento productivo, “frente a un modelo que no aporta valor añadido a la sociedad”, ha dicho, en referencia al actual modelo económico.

     

    El ferrocarril cuenta ya con una campaña de imagen auspiciada desde las más altas instancias, y gratis


    En él, según el ministro, “los gases de efecto invernadero, el incremento de los costes económicos y sociales derivados de la contaminación local y la siniestralidad asociada al transporte de mercancías han devuelto el foco al medio de transporte público más eficiente, en el que Renfe ahorró en costes externos 2.240 millones de euros”.

    Con esto, queda más que claro que Blanco vende las bondades del tren a diestro y siniestro. Es decir, el ferrocarril cuenta ya con una campaña de imagen auspiciada desde las más altas instancias, y gratis. Lo que nos invita a una reflexión: si la opinión pública y los poderes políticos hacen campaña por el ferrocarril, no parecen tener en cuenta ni el papel ni el valor añadido que el sector aporta a la sociedad.

    ¿No sería pues un buen momento para encargarnos de hacer ver a la opinión pública que el transporte por carretera obedece cada vez a parámetros más estrictos de responsabilidad social? ¿No será que no basta con hacer bien las cosas, sino que también debe parecerlo? El camión necesita una campaña de imagen que le posicione en el lugar que le corresponde como un modo competitivo y sostenible.

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