¿Por qué el 97% del Comité Nacional del Transporte por Carretera (CNTC) ha aceptado la iniciativa de la CETM y convocado, en consecuencia, un paro empresarial para los días 27 y 28 del próximo mes de julio? ¿Ha influido en esta decisión el anuncio del Gobierno de aprobar la implantación de las 44 toneladas y los 4,5 metros de altura, como respuesta a las peticiones del sector de la automoción? Evidentemente, sí, pero existen, además, otras razones de peso para justificar sobradamente una medida de este calibre que hace tiempo reclama la mayor parte del sector.
El ministro José Luis Ábalos, quien jamás ha hecho caso a las peticiones de los transportistas, se comprometió a gestionar una inmediata respuesta que dotara de liquidez al transporte
Pero atengámonos a los hechos. El pasado 4 de junio tuvo lugar una reunión entre el Comité Nacional y el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, de la que damos cuenta en este número. Una vez más, el presidente del CNTC, Carmelo González, expuso al ministro las famosas diez medidas que de forma persistente, casi inveterada, constituyen las principales reivindicaciones del sector. En su tercer punto se hace expresa mención a no modificar la normativa de pesos y dimensiones.
Era obligado, por otra parte, y así se hizo, solicitar otras medidas urgentes de carácter económico (moratoria fiscal, aplazamiento de cotizaciones, etc.), claves para la subsistencia del sector, además de otras estructurales, tendentes a modificar la Ley de Contrato de Transporte.
El ministro José Luis Ábalos, quien jamás ha hecho caso a las peticiones de los transportistas, se comprometió a gestionar una inmediata respuesta que dotara de liquidez al transporte; y anunció también crear una “mesa de negociación” con cargadores, operadores logísticos y transportistas, con la aparente pretensión de solucionar todos los problemas. Ya se sabe, no hay nada mejor que crear una “comisión” para dar largas a un asunto.
Resulta inconcebible y a la vez indignante que en este encuentro no se mencionara ni una sola palabra sobre la intención del Gobierno de incrementar hasta 44 toneladas y 4,5 metros de altura los pesos y dimensiones. Toda una “tomadura de pelo” hacia los transportistas por parte de uno de los máximos representantes del Ejecutivo que, a buen seguro, conocía el anuncio que días más tarde (el 15 de junio) iba a realizar el presidente Pedro Sánchez ante el sector de la automoción.
Será más temprano que tarde; esta medida se extenderá al resto de los sectores económicos, sin que la misma se haya negociado previamente con el sector. El Gobierno, estamos seguros, no ha valorado sus repercusiones. Además de poner en grave riesgo la seguridad vial y provocar el ya deteriorado estado de las infraestructuras, se producirá un daño social y económico para las empresas del sector, de consecuencias incalculables, que afectarán negativamente a la recuperación de la economía nacional.
Pues bien, ante la falta de respuesta en la fecha acordada, por parte del ministro Ábalos y sus subordinados, el presidente del Comité Nacional presentaba el pasado 22 de junio -un día después de finalizado el estado de alarma-, una carta dirigida al titular de Transportes, en la que se advertía que, de no dar una inmediata respuesta “a la situación urgente y de grave necesidad por la que atraviesa el sector…nos veremos forzados a convocar un paro nacional”. Y, por supuesto, se avisaba de la no comparecencia a la citada mesa de negociación.
Un detalle curioso: al parecer, los encargados de recibir la noticia mostraron su “extrañeza” por esta “insólita” reacción del sector del Transporte.
Resulta inconcebible y a la vez indignante que en este encuentro no se mencionara ni una sola palabra sobre la intención del Gobierno de incrementar hasta 44 toneladas y 4,5 metros de altura los pesos y dimensiones
El paro está programado para los días 27 y 28 de julio. De no mediar respuesta, no se descartan acciones más contundentes y prolongadas a partir del mes de septiembre. La gente está cansada de la ignorancia y prepotencia de este Gobierno, que cree que el sector “va de farol” en este momento crucial para la economía del país. Pero la respuesta gubernamental ha provocado repulsa y exasperación, acrecentando la sensación del eterno ninguneo que sufren los empresarios de transporte, por parte de la Administración.
El Gobierno ha metido el puño en un avispero del que no saldrá indemne. Ha puesto en marcha el botón de una bomba de relojería que le estallará en las manos, porque el sector no va a consentir su hundimiento programado. Antes, desgraciadamente, se desplomará todo el entramado de transporte que es el que da vida a nuestra sociedad.
No es fácil, pero confiemos en que la cordura prevalezca.
Puedes consultar la vesion impresa de la Revista Transporte Profesional AQUÍ