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Sábado, 11 Enero 2025

    Junio 2020 - Editorial revista Transporte Profesional

    Javier Baranda director de Transporte Profesional Javier Baranda director de Transporte Profesional Editorial

    Preocupación e incertidumbre

    Era necesario ahondar en la raíz, en las consecuencias sociales y económicas que para todo el transporte de mercancías suponen los estragos que está provocando este maldito virus. Y lo hemos hecho por partida doble.

    Por un lado, a través de la encuesta telemática realizada por la CETM a 1.197 empresas de transporte; y, por otro, dando un paso más, hablando con nuestra gente, con los secretarios generales y presidentes de las organizaciones territoriales (por Comunidades Autónomas) y con los representantes de las organizaciones nacionales, de “especialidades”.

    Los datos, los porcentajes, son tozudos y además coinciden y se complementan, en términos generales, en ambos análisis. El primer ratio, el más contundente, es la pérdida de actividad, cifrada en el 44% como media a nivel nacional, con una incidencia superior en el transporte nacional, un 59%, frente al 38% del internacional.

    A partir de aquí se ha producido una auténtica cascada en las regulaciones de empleo (108.000 trabajadores afectados, como señala el estudio de la Confederación) en prácticamente todas la Comunidades y sectores de actividad, en sus diversas formas: ERTE´S puros o adelanto de vacaciones, turnos de trabajo, permisos retribuidos recuperables, etcétera.

    Los ERTES´S se han mostrado insuficientes para parar el primer golpe de la recesión

    A regañadientes en algunos casos por la poca confianza en poder devolverlos, un buen número de empresarios de nuestras organizaciones ha recurrido, en menor o mayor medida, a los créditos ICO, a pesar de las dificultades y falta de agilidad en su concesión.

    Más allá de estas cifras subyacen, como daños colaterales, otros problemas. Uno de los más graves son los retornos en vacío, que podríamos cifrar en casi un 50%, no importa si el trayecto es nacional o internacional. A ello hay que añadir la derivada complementaria de la reducción de los precios del transporte. Estos hechos ponen en riesgo la viabilidad del transporte, no solo de las exportaciones, como indica Manuel Pérezcarro, sino el abastecimiento en general.

    El transporte de mercancías se derrumba y la competitividad por conseguir una carga se está incrementando peligrosamente, porque no hay, ni habrá en mucho tiempo demanda suficiente para el parque actual de vehículos, en paro forzoso.

    Arrastramos todavía los efectos de la crisis de 2008: Nuestro sector sigue debilitado, atomizado y acorralado por las exigencias de los cargadores: la carga y descarga que no cesa, entre otras ofensas. En este contexto la bajada de la productividad se acentúa y las tesorerías escarban infructuosamente en busca de fondos. Se está desencadenando, además, un incremento de la morosidad, fruto de los cierres que también padecen no pocos cargadores, lo que no es óbice para el pago de los servicios prestados.

    No son pocos los que piden ayudas complementarias, provenientes de las arcas de las Comunidades Autónomas, como la anulación de los peajes, entre otras, pero sus dirigentes parecen estar ocupados en temas más importantes, ignorando, como hace nuestro Gobierno, los problemas ya endémicos de este sector. Habrá reducciones de plantillas y aunque pocos se atreven a expresarlo de forma taxativa, cerrarán empresas.

    En el espíritu del reportaje que publicamos en la revista Transporte Profesional del mes de junio de 2020, como tema central en este número hay dos palabras clave que se repiten de forma machacona, insistente: preocupación e incertidumbre. Si la primera hace referencia al momento actual, la segunda lo remata, porque nadie es capaz de predecir cómo y cuándo saldremos de esta depresión. No me voy a cansar de repetir qué necesitamos.

    No queremos más palabras vacías de contenido de un ministerio cuyo primer nombre lleva el título de “Transporte” y que se olvida una y otra vez de sus administrados, los empresarios de transporte, a quienes aplaude su labor un día y los cien siguientes ignora. Lo de menos es que caiga el Gobierno si el transporte se hunde, pues vendrá otro. Lo que verdaderamente nos preocupa –y lo hemos demostrado con creces- son nuestros conciudadanos y nuestro tejido industrial y económico, en el que el transporte está incardinado.

    El sector no sobrevivirá, a menos que el Gobierno, con el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana a la cabeza, decida escuchar al transporte de mercancías y actuar de manera urgente, con una política y un plan de recuperación coherentes

    De lo contrario, nadie sabe cómo acabará todo esto. ¿O sí?

    Puedes consultar la vesion impresa de la Revista Transporte Profesional AQUÍ

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    Javier Baranda

    Director y editor de la Revista Transporte Profesional, periodista de vocación y devoción llevo media vida ligado a la información sobre el transporte y el asociacionismo en especial a la CETM

    https://www.transporteprofesional.es/opinion/editorial-revista

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