La vieja frase "Más madera, es la guerra", atribuida a Groucho Marx, bien podría aplicarse a nuestro sector. En la hilarante película "Los hermanos Marx en el Oeste", los protagonistas destruían todo un convoy para alimentar con su madera la locomotora y poder llegar velozmente a su destino sanos y salvos. En nuestro sector también se emplea "madera", pero para cargar sin medida el "tren" del transporte de mercancías (por carretera) con toda clase de tasas, peajes, restricciones y normativas sin cuento, día sí y día también. De esta forma se lastra hasta extremos inimaginables a este convoy del transporte al que apenas le resta combustible para alimentar la locomotora de lo que realmente es o debería ser considerado: un sector estratégico de nuestra economía.
Es sintomático que siempre que se promulga una norma dirigida al transporte, no importa su rango ni tampoco su procedencia (local, nacional o europea), sea para vulnerar su competitividad, para ahondar en la llaga de su debilidad ante muy diferentes grupos económicos de presión, para demonizarlo, sangrarlo a impuestos o incluso para reducir su pujanza frente a otros modos de transporte.
Aparte de la modificación del Reglamento de la LOTT, el controvertido ROTT, sobre el que dificilmente será posible influir para cambiar algunas cosas, como por ejemplo el tema de la pérdida de la honorabilidad o la exclusión inmediata del mercado a aquellas empresas que entren en concurso de acreedores, tenemos en ciernes otros asuntos de gran calado que vulneran los principios de lo que debería ser un sector no ya protegido, sino cuidado y hasta mimado por los poderes públicos.
Me refiero, en primer lugar, a la reciente Sentencia europea que obliga a los conductores a realizar su descanso semanal "normal" de 45 horas, fuera de la cabina del vehículo. Se da la paradoja de que en países como Alemania, la policía (hay casos probados) impide al conductor acercarse a su vehículo, subir a su camión, para cualquier necesidad que tenga. Inaudito. Las sanciones por no cumplir esta normativa varían de unos países a otros, pero en todos los casos son cuantiosas. Evidentemente, Fomento ya tiene previsto aplicarla, dentro de la reforma del ROTT anteriormente citada, allá por el mes de julio. Claro está que en la práctica solo afectará a los conductores extranjeros que transiten por nuestro país. De todas formas, la norma está sujeta a múltiples interpretaciones y lo que en el fondo de la misma subyace es restringir los tráficos a determinadas flotas europeas.
Preocupa y mucho, por otra parte, lo que parece ser una "eclosión" de los peajes, con el desvío obligatorio a las autopistas de pago. El pasado mes de diciembre, el tramo de la AP-68 en La Rioja inauguró el primer desvío. Poco más tarde, el 9 de enero, Guipúzcoa aplicaba su particular "euroviñeta" y en estos momentos Fomento negocia con varias Comunidades Autónomas nuevos peajes en diferentes vías. La impresión de que este sistema no es otra cosa que la imposición de una "euroviñeta" por tramos que abarcará, sin pausas pero con prisas (no me he equivocado), todo el territorio nacional, es ya "vox populi" y nadie cree que se trate de iniciativas aisladas, en aras a reducir la siniestralidad o la congestión de nuestras carreteras.
Y, por si esto no fuera suficiente para comenzar el nuevo año, ya se está preparando un Real Decreto sobre el control de la estiba a los camiones. En la Agrupación de Tráfico se acelera un “curso” para formar a “cuadros” de agentes al objeto de efectuar inspecciones en carretera que, sin lugar a dudas, llevará aparejado una “coletilla” sobre las posibles sanciones. Dado que su entrada en vigor está prevista para el próximo mes de mayo, apenas si quedará tiempo para formar también a nuestros conductores, en el supuesto más que probable de que la estiba de la carga deban hacerla ellos mismos y no el cargador. Lo dicho, “más madera”.