
Pero este acuerdo no ha podido cumplirse. Dos años antes de concluir su tercer periodo como presidente de la CETM, Marcos Montero ha tenido que atender a sus circunstancias personales, en las que han primado la salud, la familia y también la empresa (probablemente por este orden) y pasar -ahora ya sí y definitivamente-, el relevo, tal y como anunció en el último Congreso de la Confederación, el pasado mes de octubre en Toledo.
Marcos Montero es una persona que ha dejado huella, en la Confederación y en el sector. Durante una década, su inconfundible talante, su particular estilo de "gobernar", presidencialista hasta la médula, su rigor profesional, honestidad, objetividad y transparencia en la defensa de los intereses del sector, no han dejado indiferente a nadie, críticos y detractores incluidos, quienes a la postre han tenido que reconocer sus méritos o, al menos, parte de sus acertadas decisiones.
Convirtió la CETM en una empresa -sin ánimo de lucro, claro-, en su modo de funcionar, para hacerla más profesional, eficaz e independiente en lo económico, pues es la forma de plantar cara a los problemas, a las presiones y a los peligros que continuamente acechan a nuestro sector.
Extremadamente puntilloso en su trabajo, Montero ha sido un presidente "ejecutivo", con una gran dedicación a las labores de su cargo. Han sido diez años de duro trabajo, de continuo aprendizaje, de renuncias familiares, de frustraciones y de sinsabores, pues entre otras cosas, ha tenido que "comerse" la crisis desde una posición nada envidiable, viendo cómo desaparecían miles de empresas y trabajadores.
Pero también ha habido tiempo para las satisfacciones, con señalados hitos como la creación del Centro de Formación de Azuqueca de Henares, y no pocos logros, como la reforma de la LOTT o el acuerdo con Hacienda sobre el céntimo sanitario, por citar algunos. Con Montero se cierra un ciclo que bien podríamos calificar de fructífero, con una CETM bien estructurada y solvente.
El lema del nuevo Presidente de la CETM va a ser “Trabajar sin complejos”, tanto con la Administración, como con los cargadores, los sindicatos y otros modos de transporte...
Ovidio de la Roza llega a la Confederación con un nuevo estilo, una nueva forma de afrontar los grandes retos que tiene ante sí la organización más importante de España y de Europa, un enorme conglomerado de empresas y legítimos intereses que hay que potenciar, dando solución a sus problemas. De la Roza es plenamente consciente de que asume –con generosidad, qué duda cabe- una gran responsabilidad.
Abierto, claro, extrovertido, pero también reflexivo, sin dobleces, acostumbrado a bregar con tirios y troyanos hasta la extenuación, al nuevo presidente le avalan no solo su impecable, extensa y reconocida trayectoria profesional, sino su forma de hacer y de “sentir” el transporte, con una pasión poco común, como bien ha demostrado tras más de 45 años de dedicación al mundo del transporte.
Este empresario autónomo, que ha alcanzado por méritos propios los cargos más relevantes en las organizaciones más representativas del transporte, será, sin duda, un revulsivo para el sector, por su talante. Aún es pronto para conocer los detalles, pero sus líneas maestras de actuación irán encaminadas, en el orden interno, a mejorar el modelo asociativo de la Confederación y renovar sus cuadros directivos (los tiempos cambian), con nuevos modelos de gestión y financiación, en la búsqueda de respuestas a las inquietudes de un grupo tan numeroso y hetereogéneo de empresas asociadas.
El nuevo presidente está muy interesado en la “participación”, en que se aporten ideas y trabajo. Le preocupan, en el ámbito externo, la política de la Unión Europea, pues la falta de armonización conduce a la ruptura del mercado y potencia la aparición de normativas de otros países, que nos perjudican.
“Trabajar sin complejos” va a ser uno de sus lemas, tanto con la Administración, como con los cargadores, los sindicatos y otros modos de transporte. Habrá negociación, pero también fuerza, la que otorga la razón, para conseguir los legítimos fines de la Confederación.
Y, por supuesto, tampoco olvida otros temas como la fiscalidad, los problemas de morosidad, financiación o liquidez de las empresas; los peajes, la formación, los pesos y dimensiones, el céntimo sanitario…, y la mejora de la imagen de nuestro sector ante la sociedad y los poderes públicos. Solo queremos desearle suerte, pues el resto de condiciones, sobradas las tiene.