La OMI (Organización Marítima Internacional) ha realizado varios estudios sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, y en el cuarto ha revelado que el transporte marítimo ha mejorado la eficiencia energética entre un 21% y un 29% desde el año 2008. Todo esto demuestra que los esfuerzos del sector están dando fruto y se acercan cada vez más al objetivo de la OMI de disminuir en un 50% las emisiones para el año 2050.
Sin embargo, el comercio marítimo internacional sigue en crecimiento y, al parecer, esta mejora no será suficiente para aplacar el daño que este movimiento causará. Por ello, se hace necesario desarrollar y aplicar combustibles cero emisiones cuanto antes para que lo que se ha ganado no se vaya al traste.
Todo esto es un proceso paulatino en el que no hay una única solución, sino varias. Aunque todo está en marcha, hay que ir probando diversas opciones con el fin de alcanzar un transporte más limpio y eficiente. Estas son algunas:
GNL
Este combustible fósil reduce las emisiones de CO2 en un 20% o 30%. Además, si se usa con absorbedores, también puede eliminar las emisiones de dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre casi por completo.
Se le considera un combustible puente que ayudará a que la industria marítima llegue a la nueva era de cero emisiones.
Metano y metanol
Estas se presentan como alternativas neutras en carbono que al utilizarse con tecnologías de propulsión y pilas de combustión podría reducir la huella en el medio ambiente. Lo mejor es que la obtención de metano se puede hacer aprovechando la misma infraestructura que se haya construido para el GNL.
El problema de estos combustibles es que requieren de energías renovables de las que no hay mucha disponibilidad y, por lo tanto, esto aumenta el coste de producción.
Hidrógeno y amoníaco
Ambos compuestos son energías limpias y renovables que arrojan cero emisiones de dióxido de carbono. Sirven tanto para alimentar los motores de combustión interna como para otro tipo de pilas de combustible. Parece que el amoníaco es la alternativa preferida, dado que su producción, almacenaje y transporte es mucho más sencillo. Sin embargo, cuenta con la negativa del peso y el grado de toxicidad.
¿Llegará el transporte marítimo a reducir en demasía las emisiones con el paso del tiempo? Habrá que esperar aún unos años para verlo.