Jesús Martínez Hoyos desarrolló toda su trayectoria profesional en la compañía Transportes Urrutia Olabarrieta, S. A., compaginando este trabajo con diversos cargos en asociaciones e instituciones, sin intereses personales y defendiendo siempre algo que le apasionaba: el mundo del transporte y su gente. Jesús fue presidente de la Asociación Empresarial de Transporte de Mercancías por Carretera de Vizcaya (Asetravi) y de Asetravi-Gestión, desde el año1988 hasta enero de 2009. Tenemos que destacar de manera muy especial su labor en la vicepresidencia de Conetrans; sus acertadas opiniones en el seno del Comité Ejecutivo de la CETM, donde era consejero y su trabajo en el Comité Nacional del Transporte por Carretera, siempre al lado del presidente Ovidio de la Roza, sin olvidar su paso por Fedat, donde también dejó huella.
Los miembros de esta publicación hemos tenido la oportunidad de conocerle bien. Han sido muchas horas de charlas, de preguntas, de intercambio de ideas, de consultas, tanto en Bilbao como en Madrid, su “segunda casa”, pues siempre ha estado ahí, en todos los foros, defendiendo con vehemencia y convencimiento aquellos planteamientos que le parecían “irrefutables”, pero siempre contando con la opinión de los demás.
Una cabeza bien amueblada, un trato sencillo y exquisito, un “savoir faire” capaz de convencer en las circunstancias y situaciones más peliagudas. Así era Jesús Martínez quien, entre otras responsabilidades, actuó como consejero del Instituto Vasco de Logística, siendo vocal, además, de la Cámara de Comercio de Bilbao.
El reconocimiento a su labor le fue otorgado de manera oficial al concedérsele la Placa de Honor de la CETM, en nombre de Conetrans, en el transcurso de la Asamblea General a la que Jesús no pudo asistir. Pero el reconocimiento es también de todos aquellos que hemos tenido la fortuna de conocerle, de “saborear” su arrolladora personalidad, que siempre estará en nuestro recuerdo más íntimo. El funeral, celebrado el pasado 17 de febrero en la Basílica de Begoña de Bilbao, fue multitudinario. Gracias, Jesús y hasta siempre, compañero.