Su principal característica es que es muy activo para el inversor: su compra y su venta se realiza a través de intermediarios financieros habituales y en el mismo horario. También es flexible: su operativa le permite comprar y vender en cualquier momento de la sesión bursátil, sin tener que esperar a valorar la cartera de fondo y así obtener un precio al finalizar la sesión.
Otro elemento importante es su transparencia: al ser fondos que replican a un índice, se puede conocer en todo momento su composición. Además, sus precios son contrastables de forma sencilla.
También son productos de gran liquidez: la negociación se realiza en el SIBE (el Sistema de Interconexión Bursátil Español). Además, cada ETF cuenta con especialistas que aportan liquidez al fondo cotizado mediante su presencia permanente en el mercado, tanto a la compra como a la venta.
Los ETFS destacan, además, por su solidez: el uso de fondos cotizados es ya una constante en la operativa de los inversores institucionales. Se trata de productos que están ya consolidados en los mercados internacionales. La principal ventaja de los ETFS es que se puede invertir en todo un índice o en un sector sin necesidad de invertir en cada una de las acciones que lo componen. De este modo, permite diversificar las inversiones y el riesgo de la cartera. Se caracterizan por su transparencia, ya que desde el primer momento se conoce la composición de la cartera y su precio, y su rentabilidad dependerá directamente del índice de referencia.
No existe un mínimo de negociación, y se puede adquirir desde una participación.