
Al bajón de la actividad, en general, de la economía y del consumo que, evidentemente, ha lastrado la actividad del sector se le añade el consiguiente aumento de la morosidad.
Si bien estas dificultades son compartidas con otros sectores de actividad, el sector del transporte se solapa con un auténtico proceso de reconversión que deriva, en buena medida, de todas las políticas que impulsa la Unión Europea para disminuir la dependencia del petróleo y las emisiones de CO2, políticas, todo sea dicho de paso, apoyadas por todos los países de la Unión y que responden a problemas reales que hay que afrontar más pronto que tarde.
El aumento del precio del combustible, una parte del cual carga a sus costillas el transporte, nos acaba de “arreglar” el panorama.
Ante una situación tan compleja y delicada, se debe actuar con decisión y con mucho tacto, sin olvidar que todavía hoy y durante mucho tiempo, el transporte por carretera será el que resolverá las demandas de las empresas (hoy el 96% del transporte de mercancías es por carretera) y que sigue siendo un sector estratégico para el conjunto de la economía.
En medio de todo este baile, debe desplegarse el plan estratégico de transporte de mercancías por ferrocarril, que diseñó el Gobierno, y que es necesario no sólo por motivos energéticos sino porque la obsolescencia del sector del ferrocarril es inaudita en lo que hace referencia a las mercancías, y la intermodalidad es el único camino que nos aporta una logística eficiente y una economía más competitiva.
"Hay que impulsar las inversiones en transporte y logística"
En este plan, que precisa de inversiones en infraestructura ferroviaria, evidentemente se prevé un plan de desarrollo de plataformas logísticas estratégicas muy necesarias para hacer efectiva la intermodalidad.
Todo ello en un contexto donde las arcas públicas están como están y que si se desarrollaran todas las plataformas previstas a corto o medio plazo, la mitad quedarían vacías como algunos aeropuertos, para colmo, todavía se está ampliando con la incorporación de alguna plataforma nueva.
Con este escenario tan complejo, cabe tomar todas las decisiones afinando mucho y para ello, modestamente, aporto tres reflexiones a modo de conclusión: hay que impulsar las inversiones en el sector del transporte y la logística porque es un sector estratégico que necesita inversión y, aún sabiendo que el ferrocarril lleva un retraso mayor, cabe pensar en las inversiones teniendo en cuenta todos los modos de transporte, sabiendo que el camión será el más importante durante muchos años y que la intermodalidad es el futuro.
Finalmente, también debemos exigir entre todos que en el destino del dinero público, haya auténticas y claras prioridades.