
Es cierto que, según la báscula móvil utilizada, el vehículo superaba el peso permitido. También es cierto que la Ley establece que no podrá circular hasta que descargue el exceso de carga. Pero cuando se aportan tantas pruebas documentadas de que ha podido haber un error en el pesaje, entre ellas el ticket de báscula original del cargador y la capacidad de carga de la cisterna –reconocida por el Ministerio de Industria- que, junto a la densidad de la leche transportada y a la tara, hacen imposible alcanzar el peso que ha dado lugar a este conflicto, los servicios de inspección de la Junta de Castilla y León deberían saber leer entre líneas y facilitar el desplazamiento –escoltado por ellos, por supuesto- de este vehículo hasta una báscula fija en la que realizar un segundo pesaje que ponga fin a esta absurda situación.