Su visión de los últimos años del transporte aportada a Transporte Profesional para su especial es la siguiente:
“Aparte de los grandes cambios que se han producido en cuanto a las infraestructuras se refiere y al material móvil, lo cierto es no hemos aprendido mucho desde entonces, porque estamos prácticamente igual en cuanto a rentabilidad se refiere, ya que ni en los mejores tiempos hemos subido del 3 o el 4 por 100”, explica Daniel Tarragona.
Otra de las cuestiones en las que el presidente de “Portavehículos” ha hecho especial hincapié es el “exceso de normativas por las que se rige el transporte de mercancías por carretera, ya sea relacionadas con las autorizaciones de transporte, el acceso al mercado y a la profesión o cualquier otro aspecto de nuestra profesión; todo, absolutamente todo, está regulado, produciéndose además continuos cambios en las leyes”.
De “equilibrio muy inestable” califica Tarragona la situación actual de este sector.
No hay que olvidar, por otra parte, que:
“La carrera de obstáculos que supone superar los continuos incrementos de la fiscalidad –como el céntimo sanitario, sin ir más lejos- o los múltiples controles y sanciones que ponen los diferentes estamentos (Policía Municipal, Mossos de Escuadra, Guardia Civil, o los gendarmes franceses si circulas por el país galo) y, por supuesto, los impuestos que soportamos a través del combustible, por citar un ejemplo más”, según indica Daniel Tarragona.
Tarragona se queja de que “siempre vamos a remolque de otros sectores de actividad, como el de la construcción, donde tienen contratos por obra o servicio, que son imposibles de aplicar a nuestro trabajo”.
Y es que Tarragona sostiene, además, que tampoco nos ayuda la actual política del ministerio de Fomento, que sólo piensa en potenciar al ferrocarril, descuidando la carretera.
Por último, Daniel Tarragona mantiene que el sector del transporte de vehículos tiene la ventaja de que está constituido por un pequeño grupo de empresas, pero también el inconveniente de que hay pocos clientes, y poderosos, lo que da como resultado “un equilibrio muy inestable y una competencia terrible”.