Adoptar el principio de neutralidad tecnológica en la descarbonización del sector del transporte es algo indiscutible y que todos tenemos claro. En la Unión Europea las prisas por lograrlo son más que evidentes, si bien a veces no conviene correr tanto.
Y digo esto porque toda esta vorágine está suponiendo un verdadero dolor de cabeza para todos los que forman parte de la cadena modal. Por lo pronto, la descarbonización se ha convertido en el nuevo caballo de batalla de los fabricantes de camiones, que llevan ya algunos años apostando por la electromovilidad ante la necesidad de alcanzar la neutralidad de CO2 en 2050.
Ocurre que, si no cumplen con lo marcado por Bruselas, tendrán que pagar multas millonarias, en una cascada que irá repercutiendo en el cliente y el proveedor. ¿Les suena verdad? Otra vez los transportistas en el punto de mira, que no tengo nada claro si van a ser capaces de acceder a los vehículos cero emisiones sin que se resienta gravemente su rentabilidad.
Volvemos otra vez a lo de las ayudas y si de verdad las Administraciones están haciendo todo lo que deben y lo que pueden para incentivar a la compra en las condiciones más ventajosas posibles para nuestras empresas. Vaya por delante que todos los empresarios quieren transformar sus flotas y que sean modernas y poco contaminantes, alineándose así con los requerimientos europeos, pero de una vez por todas hay que tener presente que las líneas de ayudas y la financiación para la adquisición de vehículos libres de emisiones deben ser más claras que nunca.
En cualquier caso, no todo tiene que ser eléctrico en esta travesía, pues los biocombustibles han llegado para quedarse, por lo menos unos cuantos años
En este sentido, la Plataforma para los Combustibles Renovables, de la que forma parte la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM), ha enviado una carta a varios responsables del Gobierno de España y las comunidades autónomas para hacerles ver la relevancia de los combustibles renovables en la transición energética.
De hecho, en el informe “Combustibles renovables: una vía eficaz para la descarbonización del transporte”, elaborado por NTT Data., se recoge que únicamente con un aumento del 1% de los combustibles renovables que se usan en España, podrían reducirse las emisiones equivalentes a 425.000 vehículos eléctricos, o lo que es lo mismo, un 15% más que el total de vehículos con etiqueta cero emisiones existentes en nuestro país en 2023. ¿De verdad corre tanta prisa electrificar?
También destaca el documento que la incorporación de dichos combustibles supone una rebaja del 38% en los costes asociados a sustituir los vehículos de combustión que no han terminado su vida útil por otros eléctricos, lo que permite avanzar en una transición energética más accesible.
Además, en un segunde informe, éste presentado por el otrora presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se habla del potencial de los combustibles renovables en la reducción de las emisiones del transporte por carretera, con lo que sería muy importante que la Unión Europea pusiese en marcha una cadena para el suministro de estos carburantes alternativos.
Y en ello España tiene mucho que decir, en tanto que somos una potencia reconocida en la producción precisamente de combustibles renovables, hasta el punto de que se podrían reemplazar entre el 33% y el 58% de los combustibles fósiles utilizados en el transporte para 2030.
Vuelvo a reiterarlo: no estoy en contra de la electrificación, pero todavía queda mucho camino por recorrer en este sentido, y además contamos con alternativas muy válidas y perfectamente aplicables en todo lo relacionado con esta transición energética de la que tanto se habla.