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Miércoles, 23 Abril 2025
    Manuel F. Rouco Manuel F. Rouco Opinión

    Corría el año 1973. Embarcado como primer oficial de máquinas en el buque portacontenedores "Mánchester Rápido" que hacía ruta regular entre Chicago y Montreal de marzo a noviembre y de diciembre a marzo de Inglaterra al sur de Europa.

    En una escala en la ciudad de Hull los alumnos de la escuela de Aduanas nos hicieron una inspección en el buque, en la que encontraron una caja con cincuenta cartones de tabaco de la marca "Coronas" sin declarar, de la que eran propietarios el cocinero y un camarero, con la que trapicheaban al menudeo para sus gastos. Personado el juez a bordo requirió a los inculpados sus nóminas, estado civil, número de hijos, etc. El cocinero tenía tres hijos y el camarero era soltero, ambos tenían sueldos similares.

    Al cocinero le impuso una multa que al cambio ascendía a 20.000 pesetas de las de entonces, mientras al camarero le sancionó con 35.000. Dada la gran diferencia ante infracción idéntica y condición de socios al 50% del negocio, se le preguntó al juez el porqué de dicha diferencia, respondiendo que se debía a la consideración de las diferentes circunstancias personales de los inculpados.

    La alternativa a la sanción pecuniaria era el arresto en el calabozo hasta que el buque zarpase, sanción que conllevaba que durante los próximos cinco años no podrían pisar suelo del Reino Unido. Tras señalarles que eran libres de optar por lo que gustasen, les sugirió que abandonasen tales prácticas.

    La reincidencia generaría consecuencias más graves. Justicia ecuánime y pedagógica. Así concebí la justicia en un país desarrollado regido por grandes valores y sentimientos comunitarios, democráticos.

    Lo que contribuyó a enamorarme de la democracia, y a vivir nuestra entonces no lejana transición a ella con ilusión y gozo, aunque no exenta de sobresaltos. Tras el golpe, o los golpes, del 23-F el trabajo me llevó a Italia, donde me felicitaron por la gesta del monarca Juan Carlos I, y me volví a sentir orgulloso por la defensa de la democracia propiciada por la templanza de la mayoría del pueblo español, pues si alguno huyó fue político y cuanto más radical más deprisa salía. Pasaron los años, se sucedieron gobiernos de partidos de signos distintos y opuestos; los controles de la democracia en ningún momento funcionaron, los inutilizaron.
    Y comenzó a aflorar la corrupción y su fétido e irrespirable hedor prolongados hasta la actualidad.

    El 21 de octubre finalizó la X legislatura, o sea, cuarenta años de democracia, el mismo tiempo que duró la dictadura militar, autoritaria pero no corrupta. El presidente Rajoy y los partidos pesebrados del presupuesto calientan motores para mantener su canonjía a costa del déficit y deuda pública que pagaremos los ciudadanos.

    La pregunta del millón: ¿y ahora qué? ¿Cómo regenerar la democracia falseada por los partidos políticos que han gobernado? ¿Surgirán líderes y equipos políticos capaces de ennoblecer las instituciones y erradicar la corrupción sistematizada propiciada desde el poder? Se me antoja imposible que dentro del bipartidismo extractivo y configurado a favor del interés propio que no del general pueda lograrse. Por ello, bienvenidos sean los líderes y equipos o partidos emergentes: ¡Que corra el aire! Que no tienen experiencia, oponen los partidos que han gobernado. ¿De qué ha servido la mucha que ellos dicen atesorar? Pues para dejar el país roto, quebrado por la deuda y el déficit público y hecho un lodazal de corrupción.

    Hasta no hace mucho tiempo me interesaba por los programas de los partidos, a pesar del dicho cínico de que están para no cumplirse.

    Tenía fe en su referencia y ejecución aunque ésta no lo fuera en su totalidad. Anhelo suscitado singularmente en lo relativo a la política de transporte, pues más que de ideología se trataba del pan nuestro de cada día, a pesar de que la mayoría de los recursos disponibles o dedicados se dirigían al ferrocarril, olvidando cuando no castigando al transporte por carretera, cuando es el medio más potente del desarrollo económico, quien coloca nuestros productos en tiempo y forma en toda Europa y como recompensa se le persigue, restringen su movilidad, lo demonizan y lo asan a impuestos; por ello el sector del transporte debe hacérselo mirar y pensárselo muy detenidamente a quién le entrega su voto: ¿a los partidos que nunca han hecho nada por él? ¿Seguir confiando en los que nunca han cumplido? Pues eso, ¡que corra el aire!

    Revista Transporte Profesional

    Número 355 - noviembre 2015
    Este artículo completo ha sido publicado en la revista Transporte Profesional
     
     
    Número 355 - noviembre 2015

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    1 comentario

    • yo
      Enlace al Comentario yo Lunes, 15 Mayo 2017 16:17

      Pero como se puede decir dictadura autoritaria pero no corrupta. Alguien no va a hacer nada para que este hombre trasnochado deje de regalarnos sus perlas

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