A lo largo de este año, nefasto en casi todos los sentidos, los empresarios de transporte, con independencia de su tamaño, han realizado su propia reestructuración hasta extremos impensables hace tan sólo unos meses. Poco queda por hacer, en consecuencia, sino seguir adelante –como siempre con tranquilidad y sin pausa, intentando modernizar (con las reformas que sean precisas) las empresas, reduciendo aún más los costes (es posible, ¿verdad?), aplicando nuevos sistemas de control, generando confianza en nuestros clientes con servicios de valor añadido, seleccionado el mercado y olvidándonos de “mirar hacia dentro, a nuestro ombligo”, buscando una colaboración leal (existen no pocas fórmulas) entre compañeros, pues en ello va el futuro de nuestras propias compañías. Quizá decimos lo de siempre, pero es que aún tenemos esta asignatura pendiente, a pesar de los cambios que ya hemos implantado. No menciono la política de precios, pues seguirá siendo inexistente –o caótica, mejor dicho, si la premisa de la colaboración continúa exánime.
Es hora, pues, de “borrar” de nuestra mente las pasadas calamidades y recordar sólo las lecciones aprendidas con tantos sinsabores. Es hora de centrarnos en el presente y en el futuro inmediato, tanto de nuestras empresas como de lo que nos depara la política de transportes que, debo recordarlo, en buena parte está pergeñada por los propios transportistas. Sir ir más lejos, ahí tenemos la Ley de Contrato de Transportes, una norma en la que el Sector ha trabajado denodadamente para defender sus intereses frente a posibles abusos, que no obstante exigirá explicaciones y aclaraciones para quetodo el mundo conozca sus derechos.
Está a punto de concluirse, por otra parte, un acuerdo con Fomento sobre la Ley de Inspección y Sanciones (y su Baremo Sancionador), que reducirá en un 30% el importe de las multas, rebajando además en un escalón su condición (de graves a leves en determinados casos). Queda aún pendiente la modificación de la responsabilidad objetiva, imprescindible para el sector. También contamos con un problema que se va enquistando, cual es la negativa de la Generalitat catalana de no consensuar con sus administrados unas restricciones al tráfico razonables.
Nos esperan, además, los Reglamentos comunitarios de acceso a la profesión y al mercado, con nuevos requisitos, como el denominado “establecimiento” o las modificaciones de la capacitación profesional, la honorabilidad y la capacidad económica.
Pero aún hay más. Es inexcusable que el ministro de Fomento reciba al Comité Nacional de Transporte por Carretera y atienda sus peticiones, con nuevas medidas de apoyo al transporte, entre las que destacan la lucha contra la morosidad y el acceso al crédito, tal y como sucede en países vecinos, como Francia, según hemos constatado en la entrega de los Premios Europa del Transporte, donde por cierto hubo récord de asistencia (más de 300 invitados).
Desde esta página siempre crítica no queremos hoy ser “aves de mal agüero”, y sí aportar un átomo, un hilo de esperanza para el futuro, deseándoles a ustedes, queridos lectores y a sus familias más que nada, suerte, y las mejores venturas.
Felices Fiestas.
JAVIER BARANDA es editor y director de la revista Transporte Profesional.