Para conseguir este dato, hay que restar al margen ordinario los gastos de explotación de la compañía (amortización y saneamiento de activos materiales e inmateriales, gastos generales de la administración, gastos de personal...) de la facturación bruta. Es la principal medida de rentabilidad que tiene una empresa, ya que representa la rentabilidad ordinaria neta obtenida de un periodo a analizar.
En algunos casos, se puede aumentar el margen de explotación sin aumentar la facturación: para ello hay que seguir algunos pasos como identificar los aspectos que describen los gastos de operación. Los gastos comunes de explotación incluyen provisiones de negocio, costes de viaje y de telecomunicaciones, unas partidas administrativas para hacer negocios.
Los expertos aconsejan reducir los costes de los bienes vendidos, ya que proporcionan una oportunidad para la compra o la cadena de suministro para reducer el coste de las ventas e inventario a través de los precios netos más bajos. Se recomienda aplicar todos los descuentos posibles por volumen que se pueda. Al comparar los costes internos de distribución de la externalización (si la hubiera), puede suponer una fuente de ahorro. En general, grandes volúmenes pueden suponer, y más en los tiempos que corren, ahorros sustanciales en temas como alquiler de oficinas, luz, material, etc.