La deuda pública se materializa normalmente mediante emisiones de títulos de valores. La deuda a corto plazo, se emite con un vencimiento inferior a dos años. En España está representada por las Letras del Tesoro (a tres, seis, doce o dieciocho meses). La deuda a corto plazo se suele emitir para cubrir necesidades de tesorería del Estado, los llamados déficit de caja que presentan coyunturalmente los presupuestos del Estado.
La deuda a medio plazo, los Bonos (a tres o cinco años), se utilizan para conseguir fondos para la financiación de gastos ordinarios. Finalmente, la deuda a largo, las Obligaciones del Estado (a diez, quince ó treinta años), se emplean para financiar gastos extraordinarios y de dilatada rentabilidad. Pueden tener una duración muy variada e incluso puede ser de duración ilimitada, dando lugar a la denominada deuda perpetua, en la que el Estado paga unos intereses indefinidamente y que solo se salda cuando el Estado compra esos títulos.
Todos estos valores se ofrecen a los inversores por primera vez en el mercado de emisión, en el que los compradores (denominados suscriptores en el caso de la deuda pública) adquieren valores al emisor de éstos. Es el que se denomina mercado primario.
Con carácter general, se utiliza la subasta (donde se fija el interés que se pagará cuando venzan) como procedimiento de emisión de la deuda pública en moneda nacional, en lo que se denomina mercado primario. El mercado secundario, por su parte, es donde se negocian los valores después de su emisión.
De todos ellos, para ver la confianza que tienen los mercados en la deuda pública emitida por un país se toma como indicador el bono a diez años. Por su estabilidad, en Europa el valor de referencia es el bono a diez años alemán, el bund. Es decir, es el que se considera que está pagando un interés “normal”. Por eso, el resto se miden en relación con él.
Así, si el bund paga un interés del 2,60% y su equivalente español tiene que pagar un 5,05%, el diferencial o prima de riesgo del bono español es de 2,45 puntos o 245 puntos básicos.
Cuantas más dudas haya sobre la solvencia de un país, más intereses tendrá que pagar por su deuda y más alto será su diferencial o prima de riesgo sobre el bund alemán.
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