La falta de relevo generacional en el transporte es evidente, pero sólo con una reflexión general de los obstáculos que dificultan su acceso podremos mejorar y revertir la situación. En estos años dedicada a la formación profesional del transporte y la logística, veo claros impedimentos en el momento y en los requisitos para entrar al sector, así como en el sistema de acceso que encorseta la formación.
En primer lugar, cabe señalar la edad de acceso y los estudios exigidos: esperarse hasta los 21 años para poder conducir un camión deriva en que los jóvenes entren a trabajar a otros sectores antes de esta edad y se queden allí. Sobre todo, teniendo en cuenta la preparación y títulos que se exigen para ser transportista autónomo u operador de transportes. Tenemos, de hecho, alumnos que se han sacado el título de bachiller sólo para poder presentarse al examen de Competencia Profesional y ser transportistas autónomos.
Por otro lado, desanima que la formación para acceder al sector del transporte cada vez se parezca más a la preparación de una oposición y menos a una formación profesional y capacitadora. Pienso que el modelo de examen teórico de la Dirección General de Tráfico (DGT), como para aprobar un carnet, ha marcado los exámenes de inicio a esta profesión, como el CAP inicial o Competencia Profesional. Me gustaría poder ofrecer una formación más humana e ilusionante para captar nuevos perfiles, pero el sistema de evaluación lo impide, al basarse en la memorización de supuestos y de preguntas de tipo test.
La misma rigidez encontramos administrativamente al inscribir o querer rectificar los datos de los alumnos en los cursos; lo que les obliga a presentarse en otra convocatoria al mínimo fallo administrativo, por lo que siempre paga las consecuencias el alumnado o la persona interesada. Es así como el sistema se centra más en vigilar la corrección administrativa que la revisión de los materiales de enseñanza, o la formación del profesorado, o la calidad formativa en el transporte. Y es una pena.
Falta de conductores profesionales en el transporte
Más allá de la formación y, como consecuencia de la falta de jóvenes y de mujeres en el transporte, las pocas nuevas generaciones que entran también se desaniman al no encontrar profesionales jóvenes o con su misma motivación. Quizás deberíamos plantearnos si no seremos nosotros mismos, quienes estamos ya dentro del transporte, los que deberíamos ayudarles en su desarrollo, en vez de desmotivarlos con el argumento de que “todo tiempo pasado fue mejor”.
Creo que nos esperan momentos de muchos cambios en los que podremos revertir la falta de relevo profesional si analizamos correctamente todos los obstáculos en el acceso al transporte para buscar soluciones adecuadas. La lista es larga, y quisiera pensar que vamos a ser facilitadores para las nuevas generaciones, en lugar de quitar la ilusión de trabajar en el transporte.
En resumen, sería de ayuda que los jóvenes pudieran acceder al sector antes de los 21 años y sin la obligatoriedad de sacarse el Bachillerato en el caso del examen de Competencia Profesional. Ayudaría, igualmente, que la DGT flexibilizara sus sanciones para actuar de manera coherente con la realidad del transporte y su administración respondiera de forma humana, en una apuesta por vigilar la calidad formativa y no tanto la pulcritud administrativa. Y, desde luego, que nos comprometamos a extender la mano a los nuevos profesionales del transporte.