Las medidas que se arbitren para el relanzamiento de la actividad económica impulsadas por CEOE han de ser cercanas al transporte, en todas sus modalidades y modos, como no podía ser de otra manera, pero hay medidas concretas, con un carácter de urgencia máximo, que habría que implantar de inmediato para salvaguardar la unidad de mercado y la concurrencia.

La morosidad de la Administración, las políticas europeas y el modelo basado en el ferrocarril, que tantos pésimos resultados ha dado, han de ser abordados. 

La situación del ferrocarril y del aéreo, el necesario desarrollo pendiente del marítimo y las infraestructuras, han de trasladar al mercado grandes pronunciamientos como interoperabilidad y comodalidad, para hacerlos reales y conseguir la necesaria eficiencia. Todo ello hace urgente la puesta en marcha de un conjunto de medidas estratégicas que contribuyan a superar esta situación y a afrontar, en su caso, el cambio de ciclo económico.

Muchas de ellas han de cifrarse en el largo plazo, en especial las referidas a infraestructuras o a las reformas estructurales. La comodalidad implica una adecuación de las infraestructuras de forma que se impulsen las interconexiones, se eviten rupturas de la cadena logística y se promocionen las “rutas paneuropeas”.

 “Alterar las condiciones de competencia para intervenir en el reparto modal no es un método válido”

 

Posibilitar mejores conexiones entre puertos, carreteras, aeropuertos y redes de ferrocarril ha de coexistir con la aceleración del proceso de liberalización del tren, fomentando un régimen que no dificulte la participación de la iniciativa privada en la explotación de los servicios ferroviarios y atendiendo a criterios de especialización y rentabilidad. Para ello urge una política no proteccionista que permita ganar eficacia a este modo de transporte, que captaría así cuota de mercado por méritos propios y no por la penalización de otros modos más competitivos. 

En el transporte de mercancías por carretera se hace necesaria una política basada en el reconocimiento de la importancia insustituible de este modo, suprimiendo toda clase de medidas penalizadoras que aumenten los costes, y la eliminación de restricciones genéricas de circulación. La penalización fiscal, laboral, medioambiental, económica y sancionadora no va a frenar el fuerte impulso de la carga, pero sí va a poner de manifiesto, una vez más, que no es un método válido alterar las condiciones de competencia para intervenir en el reparto modal. 

Este ejercicio va a ser complicado, especialmente en lo que afecta a infraestructuras. Como siempre, se hacen necesarias actuaciones de defensa y posicionamiento de un sector al que la crisis le llegó en crisis.