¿Cómo afronta la presidencia de Asetra?
Con el entusiasmo que implica toda nueva etapa de un colectivo veterano, consciente de la responsabilidad que asumo y razonablemente optimista al saber que cuento con un equipo de notable calidad. Conozco la casa, a los técnicos que en ella trabajan y a los transportistas que me acompañan en la nueva junta directiva, en la que he procurado unir experiencia y juventud.
¿Cuáles serán sus principales retos y prioridades?
Recargar la ilusión colectiva de los transportistas segovianos, mantenerlos unidos en esta casa común que es Asetra, prestarles buenos servicios, representarles entre las instituciones, defender sus intereses generales y hacerles sentir que esta asociación nació y persiste por ellos. Directivos y empleados nos debemos a los socios. Y al mismo tiempo, recordarles algo obvio: es nuestra obligación ayudarles, pero son ellos los que deben resolver los problemas de sus propias empresas y marcar su futuro.
En su opinión ¿cuáles son los principales problemas que soporta el transporte segoviano?
Los mismos del transporte nacional, que ha sufrido los estragos de la mayor crisis conocida: poco mercado, precios bajos y suicidas, morosidad, presión administrativa, incertidumbre política y profesional; y ahora, por si fuera poco, la competencia ilegal de nuevas fórmulas de transporte que son muy viejas, como eso de compartir coches y furgonetas particulares sin ninguna garantía profesional ni de seguridad. En las provincias pequeñas tenemos además un volumen bajo de flota, cierta alergia a los cambios y a las nuevas tecnologías, temor a cruzar fronteras... Sin embargo, lo compensamos con otros valores: capacidad de trabajo, buena actitud de servicios, seriedad, el carácter familiar de proyectos empresariales que crecen de generación en generación, el amor a la tierra...
¿Y cuáles son las soluciones que propone?
La formación permanente de conductores y directivos, tarea que debemos resolver las asociaciones profesionales; la especialización y, al mismo tiempo, el fomento de la diversificación en las empresas; incentivar la seguridad; la unidad de los subsectores, donde fluya la convivencia y el sano compañerismo entre los iguales...Y, sobre todo, que cada transportista sienta la dignidad de serlo.
Usted, además de empresario, es escritor y colabora en El Adelantado, periódico de Segovia ¿cómo compaginará ambas facetas?
Con una sonrisa en los labios, pues cuando un trabajo se desempeña con alegría no es una carga, es una satisfacción. Escribir duele, pero gratifica; defender tu empresa familiar es una responsabilidad cargada de sano orgullo; representar a los transportistas segovianos supone una dignidad que procuro desempeñar lo mejor posible. Las tres actividades son agradecidas, nobles y perfectamente compatibles. Cultura y transporte van muy unidos. Decía Cervantes que el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho. Si eso es verdad, y yo lo creo, nadie más culto que el más humilde de nuestros camioneros.
En su opinión ¿qué necesita el transporte por carretera para que se reconozca su importancia en la sociedad?
En primer lugar, que el propio transportista se lo crea, que note la autoestima de ser un profesional cualificado, fundamental para el desarrollo socioeconómico del país; hacemos posible que los ciudadanos puedan ejercer el derecho constitucional de la movilidad y, con él, su acceso a la educación, la sanidad, la cultura, los servicios sociales, el ocio... Somos motor preferente de la economía, imprescindible para otros como la industria, el turismo, la construcción... Nada funciona en una sociedad avanzada sin un buen transporte colectivo de personas y mercancías. Y, a partir de aquí, transmitir nuestros valores a la sociedad. Somos expertos en comunicación analógica, cierto, pero malos vendedores de nuestra propia imagen.
Revista Transporte Profesional