Han pasado casi doce años desde la expiración del I Acuerdo General (firmado a finales de los noventa), aunque haya permanecido en vigor hasta ahora. Un tiempo excesivamente largo, por cuanto la realidad socioeconómica ha sufrido no pocos cambios y avatares, a los que nuestro sector no ha sido ajeno.
El II Acuerdo será la norma de referencia para la ordenación de las relaciones laborales del sector, un hecho que cobra aún mayor relevancia si tenemos en cuenta las dos últimas reformas laborales (la del PSOE y ahora la del PP), que otorgan un mayor protagonismo a los convenios colectivos estatales, en perjuicio de los de ámbito inferior, como los de transporte en este caso, ya que se circunscriben al ámbito provincial.
No es éste el momento para analizar en detalle el contenido de este II Acuerdo General, pero sí queremos incidir en algunos de sus aspectos más notables. Señalamos, por ejemplo, la regulación de la jornada de trabajo de los denominados trabajadores móviles (conductores, básicamente), donde patronal y sindicatos han intentado adaptar la legislación actual, a fin de acomodarla a la realidad de las condiciones en las que se prestan los servicios de transporte. La clasificación profesional, las modalidades de contratación, el régimen disciplinario y los asuntos de seguridad e higiene en el trabajo, son otros de sus importantes logros, en los que la CETM ha sido un destacado protagonista.
Tampoco debemos olvidar el tema de la formación de nuestros conductores, referida al CAP (Certificado de Aptitud Profesional) y a mercancías peligrosas. Pero hay mucho más, que explicaremos en detalle en nuestro próximo número. Sólo aducir en su favor que este II Acuerdo amplía y actualiza las condiciones de trabajo del sector, lo que sin duda resultará ventajoso para trabajadores y empresas.
Su conclusión, su firma y su publicación en el BOE vienen a poner de manifiesto el deseo (más vale tarde que nunca) de los interlocutores sociales de alcanzar acuerdos, aprovechando las ventajas de la negociación colectiva, y la voluntad de las partes para buscar fórmulas que concilien posiciones encontradas.
Hablando de la huelga general, esta publicación ha podido constatar, tanto por sí misma como por diversas fuentes consultadas que, salvo los incidentes típicos en los mercados centrales, fundamentalmente, ha constituido un auténtico fracaso para los convocantes, en lo que respecta al transporte de mercancías por carretera, que ha funcionado con normalidad absoluta, como ha comprobado nuestro equipo de redacción en vías y polígonos industriales de la región Centro.
En otro orden de cosas, queremos resaltar el Plan de Pago a Proveedores elaborado por el Gobierno, destinado a saldar una parte de las deudas que las administraciones públicas mantienen con éstos, entre los que se encuentran no pocas empresas de transporte. El presidente de la CETM, Marcos Montero, fue invitado a la Moncloa a conocer de primera mano sus aspectos más significativos. Una invitación que presupone, a priori, que el Ejecutivo tiene en cuenta al sector.
Se han producido, también, encuentros de interés entre representantes de nuestra Confederación y los primeros “espadas” de Fomento, como la secretaria general de Transportes, Carmen Librero y su director general de Transporte Terrestre, Joaquín del Moral. Librero se ha comprometido seriamente a resolver problemas, sin prisas pero sin pausas y con un orden de prioridades concreto.
Nos encontramos en una encrucijada especialmente crítica, con graves problemas de precios, costes y actividad, y la rotura más que evidente de la unidad de mercado.
La desmoralización, ante una situación que a veces parece irreversible, corre el riego de convertirse en uno más de los jinetes de este “Apocalipsis”, por lo que urge, ahora más que nunca, desterrar malas prácticas y dejar de envilecer el mercado, o será éste quien ponga las cosas –y a cada uno- en su sitio.