La celebración de esta reunión es fruto de la petición que Gobiernos, empresarios y sindicatos realizaron a la OIT en la “Reunión sectorial tripartita sobre la seguridad y la salud en el sector del transporte por carretera”, que tuvo lugar en el mismo escenario en el año 2015.
El sector del transporte por carretera ha sido, es y seguirá siendo en el futuro un sector estratégico tanto para el desarrollo económico de los territorios, como para el ejercicio y desenvolvimiento de muchos de los derechos básicos de los ciudadanos. El transporte por carretera es un elemento esencial para el desarrollo del comercio, la integración económica regional, el turismo, la creación y distribución de riqueza y, también muy importante, del desarrollo social. Este sector de actividad contribuye de una forma importante tanto al Producto Interior Bruto (PIB) de los Estados como a su nivel de empleo. Además, las inversiones en materia de carreteras y de transporte pueden estimular las actividades de otros sectores.
Una evolución imparable
El transporte por carretera ha vivido una importante evolución en las últimas décadas como consecuencia, entre otros factores, de la globalización, la liberalización de la actividad, el comercio electrónico y las prácticas de gestión de las cadenas de suministro: todos ellos ejercen una presión importante en la realización de los servicios de transporte.
Esta evolución y el desarrollo que ha experimentado y sigue experimentando el sector del transporte, además de haber generado la creación de muchos puestos de trabajo y el desarrollo de unos servicios de transporte más eficientes, puede que haya ejercido en ocasiones, como una consecuencia indirecta, una influencia negativa en las condiciones de trabajo de los trabajadores del sector y en la seguridad vial. Además, es digno de destacar el impacto tan relevante que ha tenido ya, y que seguirá teniendo en los sucesivos años, la revolución tecnológica que ha experimentado el transporte, e incluso, la vida de todos los ciudadanos. La digitalización y, con el paso del tiempo, la automatización de los vehículos comerciales que antes o después tendrá lugar suponen, por un lado, la creación de nuevas oportunidades para el sector, en todos los sentidos, pero, por otro, abren la puerta a nuevas amenazas y desafíos que, en la medida de lo posible, habrán de ser evaluados con anticipación por los agentes del mercado y por las autoridades.
La implicación de los vehículos en los accidentes
De acuerdo con los datos que maneja la OIT -que acaba de cumplir sus primeros 100 años de vida, y que sigue siendo la única agencia tripartita de la ONU al reunir Gobiernos, empresarios y trabajadores de 187 Estados miembros-, cada año mueren en el mundo alrededor de 1,3 millones de personas y hasta 50 millones sufren traumatismos no mortales como consecuencia de los accidentes de tráfico en las carreteras, de los que, entre un 10 y un 22 por ciento, aproximadamente, se ven involucrados vehículos comerciales. De ahí que la OIT haya trabajado mucho ya sobre las cuestiones relativas a las condiciones de trabajo de los conductores profesionales y la seguridad vial desde hace muchas décadas, en concreto desde el año 1938.
La cuestión de la seguridad vial
La seguridad vial es una cuestión de orden público. El alto nivel de fallecidos y accidentados en la carretera es una lacra para nuestras sociedades, una pandemia que debe ser enfrentada desde muchos ángulos, una cuestión objeto de políticas públicas en las que todos tenemos mucho que decir, una responsabilidad compartida de Gobiernos, empresarios y sindicatos. Lo mismo cabe afirmar acerca de las condiciones de trabajo y el estado de salud de los conductores profesionales, que, sobre todo si se observa con un enfoque internacional, es una cuestión donde hay mucho por hacer, mucho por mejorar, y que está afectada por numerosos y muy variados factores, por lo que no se deben buscar soluciones simplistas.
La importancia de las condiciones de trabajo
A nadie puede extrañar la complejidad de este tipo de reuniones internacionales a las que concurren representantes de los más dispares Gobiernos, de todos los colores e ideologías, e incluso con regímenes políticos muy distintos unos de otros; representantes de organizaciones empresariales de países cuyas realidades, de hecho, distan mucho unas de otras, y, por tanto, con perspectivas y puntos de vista en ocasiones muy diferentes; y representantes de sindicatos de todos los rincones del mundo, algunos de los cuales están más acostumbrados a las prácticas del diálogo social, pero otros, por el contrario, están más centrados en la lucha de su propio reconocimiento como interlocutores sociales y en la defensa de los derechos de los trabajadores que, desde un prisma europeo, resultan de lo más básicos. Pero si, además de la complejidad intrínseca de este tipo de reuniones -de la que hay que ser consciente, pues lo contrario puede conducir al fracaso más estrepitoso- corresponde ocuparse de un tema tan sensible como las condiciones de trabajo y la seguridad vial en el sector del transporte por carretera, haber sido capaces de consensuar unas directrices sobre la materia constituye un éxito rotundo y una muestra de que la buena fe y las ganas de colaborar para construir algo que contribuya a solucionar los problemas, están por encima de todas las dificultades.
Del extenso contenido del texto de las directrices (su versión en inglés, única disponible en la actualidad, tiene 45 páginas), que serán sometidas para su aprobación en la 338 reunión del Consejo de Administración de la OIT en marzo de 2020, se podría destacar muchas cosas. No corresponde ahora, en este limitado espacio, resumir de forma detallada el contenido del texto pactado, pero sí se puede poner el acento en algunas de las cuestiones que resultan más dignas de mención, y que, además, pueden servir como aviso de por dónde pueden ir los tiros en el futuro. Todas ellas influyen, sin lugar a dudas, en las condiciones de trabajo en el sector y, por tanto, también, en la seguridad vial.
La responsabilidad en la cadena de transporte
La responsabilidad de todas las entidades que intervienen en la cadena de transporte es, sin duda, una de ellas. Este tema, que ya fue puesto sobre la mesa en la reunión de 2015, ha sido uno de los temas ‘estrella’ de la reunión. Al respecto, es interesante dejar constancia de que está prevista una próxima reunión en el seno de la OIT sobre el impacto que tienen las cadenas de suministro en las distintas actividades donde intervienen, no solo en el transporte. En la reunión se concluyó que todas las entidades de la cadena de transporte deben asumir su parte de responsabilidad en relación con las condiciones en las que se desarrolla la actividad, descendiendo a muchos detalles entre los que se encuentra, por ejemplo, la necesidad de asegurarse de que los conductores no se vean forzados a prestar sus servicios vulnerando los tiempos de conducción y descanso y la normativa sobre tiempo de trabajo, o con condiciones salariales inferiores a las que legalmente les corresponda.
El problema de la subcontratación
Otra de las cuestiones sobre las que se centraron los debates fue la de la composición de este sector de actividad, en el que la fragmentación y sucesiva subcontratación son la tónica general, y en el que los trabajadores autónomos y las empresas de muy reducida dimensión forman el grueso del sector, sobre todo si nos referimos al transporte de mercancías por carretera.
En numerosas ocasiones, los trabajadores del sector -categoría ampliada intencionadamente para incluir a los trabajadores autónomos dependientes- y las pequeñas empresas transportistas son muy vulnerables a la presión ejercida en el mercado, que ha intensificado la competencia. Si, además, añadimos en muchos países la presencia de actividades empresariales informales y/o ilegales que reducen todavía más los estándares de prestación de los servicios de transporte, tenemos un cóctel explosivo que incide, en ocasiones, en el empobrecimiento de las condiciones de trabajo, lo que puede afectar a la seguridad vial.
Escasez general de conductores
Como no podía ser de otra manera, la escasez de conductores y la alta tasa de rotación en el sector, especialmente en los servicios de larga distancia, tuvo una presencia destacada en las discusiones mantenidas en Ginebra. Los tres grupos estuvieron de acuerdo en afirmar que en muchos países hay una evidente escasez de conductores profesionales, lo que, junto con la alta tasa de rotación, menoscaba la productividad, la eficiencia y la profesionalización de los conductores, además de plantear dificultades para el desarrollo de los servicios.
El mantenimiento de las infraestructuras
Merece la pena destacar también el análisis que se efectuó sobre la importancia del mantenimiento de unas buenas infraestructuras de transporte, tanto en lo que respecta al mantenimiento y señalización de las carreteras como a la necesidad de contar con áreas de servicio y aparcamientos adecuados y seguros para los profesionales
Como decimos, fueron también objeto de debate, y han tenido su oportuno reflejo en las directrices aprobadas, otras muchas cuestiones como las modalidades de empleo, las condiciones de trabajo, la remuneración de los trabajadores y las tarifas de los servicios de transporte, los tiempos de trabajo y de conducción, las cuestiones relativas a la seguridad y salud de los trabajadores, la formación y la cualificación de los trabajadores y empresarios del sector, la necesidad de contar con buenos servicios de inspección, la digitalización y futura automatización de los vehículos, y el medio ambiente.
Revista Transporte Profesional