El pasado 22 de septiembre la (CEAT-Asturias) –Asociación Intersectorial de Autónomos de Asturias- entregó el premio a la trayectoria empresarial 2020 a Elías Iglesias Escalante. Esta es la primera vez que la entidad que representa al colectivo de los autónomos en el Principado galardona a un transportista. En la entrega del premio se destacó que uno de sus principales méritos es “llevar toda la vida detrás del volante, siendo amigo de sus clientes”.
Un tío de Elías tenía un pequeño camión con el que hacía portes entre Comillas y San Vicente de la Barquera. Poco más de 10 kilómetros separan a las dos localidades cántabras. “Lo más lejos que llegó mi tío fue a Aguilar de Campó, todo un viaje de poco más de 110 km. Quizás por eso siempre soñé con llegar a llevar un camión”, nos dice Elías. A los 21 años se sacó el carné “de primera”. Elías no hizo “la mili”, por lo que no le quedó más remedio que pagarse él mismo el permiso de conducir. Primero condujo un “cuatro ejes”, un Barreiros 300; luego un Dodge Barreiros, otro “cuatro ejes”- el camión más socorrido de la época-. Con él llevaba carbón de coque de La Felguera a Avilés. Hacía cinco viajes al día, en total cerca de 450 kilómetros. Casi siempre volvía de vacío.
Llegó el momento de pasar a hacer ruta nacional. Seguía siendo asalariado y manejando un “cuatro ejes”, un Pegaso 260. Transportaba cristal, aluminio, bobinas y carga general por todo España. “Lo que más me gustaba era ir a Barcelona. Era el viaje más largo, tenías que hacer menos operaciones de carga y descarga. Tardábamos dos jornadas en finalizar el viaje. Entonces íbamos por Bilbao. El primer día dormías en Alfaro.”
Tenía un sueño: llevar un camión
Por fin llegó el momento de “coger un tráiler”, un Pegaso 310. Elías llevaba chatarra procedente del desguace de barcos en Avilés a Bilbao. Los aproximadamente 290 kilómetros de ruta le consumían unas siete horas. Cuando dejó ese trabajo pasó a la fruta “el que trabaja a la fruta ni vive ni disfruta”. Lo cierto es que Elías todos los días dormía en su casa. “Fue el mejor trabajo que tuve”, recuerda.
Pero él quería viajar, volver a la ruta de Cataluña. Con un Volvo F10 385 y una plataforma con lonas correderas y suspensión neumática, una de las primeras de la época, salía con acero y retornaba con pera, manzana o melocotón que cargaba en las cooperativas catalanas. “Salíamos a la seis de la mañana y llegábamos a Gijón a las tres y media de la tarde”, recuerda Elías.
Hace 30 años, en septiembre de 1980, nuestro hombre compró su primer camión, un Volvo F12 360 completamente nuevo. El 3 de septiembre hizo su primer viaje, llevando hierro y trayendo escayola. Sus destinos eran La Rioja y Zaragoza. Un año y medio estuvo trabajando así, como alquilado.
Pero al señor Iglesias no le gustaba esta vida, ser autónomo es otra cosa, “tenía que ser libre”. Se puso a trabajar por su cuenta. Ahora lleva 28 años en la ruta de Zaragoza llevando acero de METALASA y trayendo colchones de PIKOLIN y aperitivos de JUMPER. Por sus manos han pasado un Volvo FH 460, un Mercedes 1848 y un Volvo FH 540. Al camión que le tiene más cariño es a su primer Volvo, el F12 360. “Me salió de oro”, nos dice ofreciéndonos una tierna mirada, “lo tuve conmigo durante nueve años”.
Elías Iglesias recibió la mención a la Trayectoria Empresarial 2020 el 22 de septiembre.
Dictadura del tacógrafo
“Yo soy un privilegiado, cada dos días duermo en casa. A pesar de esto, mi familia ha sido la gran perjudicada. Apenas si he visto a mis hijos. Para ellos he sido más un abuelo que un padre. Mi mujer, como toda mujer de camionero, ha sido mi sólido pilar para poder seguir siendo autónomo”, nos dice mientras suspira. Luego nos recuerda “Ahora tenemos mejores cabinas, frenos, ruedas, consumos, motores y carreteras. Aunque antes se disfrutaba más, pisabas el acelerador y el camión respondía con alegría, además podías cambiar. Pero donde noto mayor transformación es en el compañerismo. Ahora apenas conoces a alguna gente. La dictadura de los tiempos de conducción ha acabado con las tertulias. Ya no hay vida social. Camión y carretera, eso es todo. Eso sí, se descansa más y se duerme de noche. Hoy en día siempre vas con el reloj en la mano. Tenemos que diseñar más estrategias que en la Formula 1.”
No todo han sido rosas en la vida de Elías. Hace 25 años volcó con su primer Volvo, “el día de San Cristóbal, en Arriondas -Asturias-”, nos señala. “Estaba llegando a casa. Venía cargado de electrodomésticos. Tuvimos que dormir en el coche mi mujer, mi cuñado y yo para custodiar la mercancía. A las tres y media de la mañana, Henar -mi mujer- sintió un ruido. Me despertó, alguien había parado cerca del camión. Un tío como un castillo arrastraba un frigorífico combi para meterlo en una furgoneta. Le dimos el alto, soltó el frigorífico y salió corriendo. Casi le atropella un coche”. Elías salió milagrosamente ileso del accidente. Al camión le pusieron una cabina nueva y tuvieron que recarrozar el semitaulíner.
Elías Iglesias ha superado tres crisis financiaras y una pandemia, trabajando casi todo el tiempo con sólo tres clientes. Para finalizar nos cuenta su secreto, el que le ha permitido sobrevivir en solitario contra todo pronóstico: “con un solo camión es difícil dar servicio integral a empresas con la dimensión de la de mis clientes. Yo les ofrezco, como contrapartida, mucha calidad. Hay que cumplir con lo que prometes y con los horarios. El cliente te respeta y confía en ti. Tu le conoces, llevas toda la vida trabajando con ellos, y le aportas soluciones. Lo importante no es el precio, sino la calidad del servicio”.
Revista Transporte Profesional