Una de ellas es la diferencia de longitud de los trenes permitida en según qué países: mientras que en Italia, el límite está en 500 metros como máximo, en España es de 400 metros y en Alemania, de 600. Por su parte, en Francia y Reino Unido, la longitud máxima es de 750, lo que limita la capacidad de transporte, al no haber una armonización europea.
Las diferencias también son por gálibo: en el Reino Unido, la red ferroviaria es más estrecha y requiere vagones más bajos que el resto de Europa. Además, estos vagones son más caros y tienen una capacidad de carga más reducida, lo que incrementa el coste del transporte en 300 euros por tren y reduce los ingresos en un 20%.
El uso generalizado de los contenedores largos (13,6 metros), se adaptan más difícilmente a los vagones multicarga, al llegar al continente europeo. Además, no existe electrificación en las líneas desde el canal de La Mancha a través de Kent ni hay un corredor de mercancías que enlace con Manchester y Birminham.
Revista Transporte Profesional