El pasado mes de mayo fue parado por la Guardia Civil para un control de peso y la báscula móvil detectó un sobrepeso de 4.000 kilos. Ante la presentación de la carta de porte en la que figuraba el peso correcto, el transportista pidió un segundo pesaje, a lo que la autoridad se negó. Por eso, el transportista ha visto cómo inmovilizaban su vehículo y ahora el caso está en manos de un juez, que valorará quién tiene razón.