El virus que veíamos a comienzos de año como algo tremendamente lejano (China, Extremo Oriente, casi el otro lado del mundo) llegó, y de qué manera, a alterar nuestra vida como nunca nada lo había hecho. Por primera vez en la Historia de la Humanidad, el planeta está haciendo lo mismo a la vez: confinados en casa, esperando a que se descubra una vacuna que acabe con este “bicho” y devuelva a nuestras vidas a la normalidad, esa que nos parecía anodina o rutinaria y que ahora es lo que más ansiamos.
Gracias a los transportistas el sistema sanitario continúa salvando vidas y los supermercados están abastecidos
Para el transporte, las cosas son mucho peores ahora: que el Gobierno considere la actividad como esencial y le permita trabajar no quiere decir, ni mucho menos, que será fácil pasar esta etapa: sin poder disponer de equipos de protección adecuados desde el principio (las mascarillas han llegado, pero a las cuatro semanas del estado de alarma), con las estaciones de servicio cerradas o bajo mínimos, donde los conductores no podían ni hacer sus necesidades más básicas o comer caliente, se puede entender el nivel de desesperación de los transportistas.
Y todo ello, a sabiendas de que se podían contagiar con estar demasiado cerca de otra persona, tocar algo sin guantes o no usar de forma conveniente la mascarilla (que no debe de ser nada fácil trabajar con algo pegado a la cara, sobre todo cuando no se está acostumbrado).
Sin embargo, nadie, que se sepa, se ha quejado de tener que trabajar en plena pandemia. Todos los conductores consultados por nuestra publicación se mostraban dispuestos a seguir en la ruta, en el camión, haciendo su trabajo, pese a las incomodidades y los riesgos que, como sabemos, son altísimos. Unos profesionales que, una vez más, lo han vuelto a demostrar.
Para la opinión pública, los transportistas están empezando a ser visibles. Gracias a ellos, el sistema sanitario continúa salvando vidas, y los supermercados siguen repletos de frutas, verduras, productos frescos, carne, pero también de productos para la limpieza y todo lo necesario para pasar el confinamiento de la mejor manera posible.
Para los que tenemos la suerte de seguir trabajando, aunque sea desde nuestros hogares, sólo tenemos que hacer eso: estar en casa. Otros tienen que arriesgarse a contagiarse de un virus atroz, que no tiene compasión con los más débiles y que se ha llevado ya a muchas vidas por delante ¿Cómo no se lo vamos a agradecer de por vida?
Por nuestra parte, no hemos dejado de informar sobre todo lo que está pasando y cómo le está afectando esta situación al transporte: el Real Decreto, el estado de alarma, los cambios en los tiempos de conducción y descanso, la burocracia que ha entorpecido tanto la llegada de mascarillas para el transporte…no hemos dejado de publicar noticias en nuestra web y en la revista de papel. Es nuestra aportación a una situación excepcional que nunca habíamos vivido y que esperamos, por el bien de todos, no volver a vivir nunca más.
Es nuestra obligación, por otra parte. Lo hubiéramos hecho en cualquier situación y lo seguiremos haciendo.