Viernes, 05 Diciembre 2025

    Jorge Somoza, director general de CETM-Madrid: un proyecto de reducción de jornada inasumible

    Jorge Somoza, secretario general de CETM-Madrid Jorge Somoza, secretario general de CETM-Madrid Transporte Profesional

    El Consejo de Ministros del pasado 6 de mayo aprobó el Proyecto de Ley para la reducción de la duración máxima de la jornada ordinaria de trabajo, el cual debe iniciar ahora su tramitación parlamentaria, y sólo hay que ver cómo está la situación política de nuestro país para llegar a la conclusión que puede pasar de todo, desde rechazarse íntegramente a que resulte aprobado y lo tengamos en vigor a partir de 2026, o que sufra un sinfín de enmiendas y modificaciones que no tengan nada que ver con el texto del proyecto presentado.

    Lo cierto es que el proyecto está aquí, y echando un vistazo a los argumentos del Gobierno para aplicar un cambio de tanto calado, los cuales figuran en la exposición de motivos, no he podido salir aún de la perplejidad.

    En primer lugar se cita al historiador británico E. P. Thomson: “hubo un tiempo en que a las personas trabajadoras se les pretendió expropiar de todo conocimiento del tiempo, precisamente para que todo su tiempo fuera tiempo de trabajo”; cita ya no oportunista, sino más bien populista, ya que con la regulación actual (jornada anual de 40 horas semanales), de las 8.760 horas que tiene un año se pueden trabajar como máximo 1.826 horas, es decir, un 20% del tiempo, y sin tener en cuenta que gran parte de los convenios recogen una jornada anual inferior y que además existen una serie de garantías y permisos retribuidos que reducen aún más el tiempo de trabajo efectivo.

    Lo que haga cada uno con el 80% de tiempo restante ya es cosa suya, pero dato mata relato, y claro, citar a un referente del marxismo británico del siglo XX tiene estas cosas

    Prosigue la exposición de motivos indicando “que el tiempo que las personas dedican a trabajar sea cada vez menos, como efecto del progreso tecnológico, productivo y también democrático de nuestras sociedades; es un ejemplo de civilización que construye sociedades de mayor bienestar, más eficaces y en las que el acento se pone en la convivencia”, para poner la guinda con la célebre frase “hay un clamor en la ciudadanía que no quiere vivir para trabajar, sino trabajar para vivir”.

    Seguimos con el populismo y la demagogia, no puede haber un clamor en una sociedad que dedica el 20% de su tiempo al trabajo, y menos aún puede considerarse que en la situación actual “vivimos para trabajar”, y si no que se lo pregunten a las principales economías del mundo, el señor Draghi, entre otros, ya lo advierte.

    El proyecto fija la jornada máxima legal en 37,5 horas semanales en el cómputo anual sin merma de los salarios, tras más de cuatro décadas de vigencia de la establecida actualmente, más de 40 años que han contribuido a un progreso económico y social de nuestro país, que además en estos días goza de buena salud, pero que se puede ver mermada ya que esta medida puede suponer un estrangulamiento especialmente para la pequeña y media empresa, que es el principal tejido productivo de nuestra economía, también en el sector del transporte, con aumento del coste laboral de un 6,25%.

    Esta medida supondría un estrangulamiento para la pequeña y mediana empresa

    Nadie ha evaluado el impacto económico que va a tener esta medida, pero va a provocar sin duda que las empresas de nuestro sector sean menos eficientes y menos productivas, y además en una situación crítica de escasez de conductores, porque ¿cómo se va a cubrir la reducción de jornada de los profesionales del sector?.

    Y desde la perspectiva de la salud laboral, no creo que, como indica el Gobierno, la medida contribuya a reducir la carga física y mental de los trabajadores, con una disminución del estrés laboral y la fatiga, más bien puede suceder todo lo contrario, ya que es posible que muchos trabajadores se vean obligados a seguir haciendo el mismo trabajo en menos tiempo, lo que producirá precisamente una mayor carga física y mental, y un mayor estrés, con unos índices de absentismo laboral que ya en la actualidad están absolutamente disparados.

    Ha sido una medida impuesta por parte del Gobierno, con la complicidad de los sindicatos, y sin diálogo social, por lo que esperemos que durante la tramitación parlamentaria se escuche a todas las partes implicadas, y se pueda llegar a una regulación que sea asumible para todos.

     

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    Saúl Camero

    Periodista con 25 años de experiencia en el ámbito del transporte de mercancías por carretera, es director de la revista Transporte Profesional desde marzo de 2020.

    Además, también es especialista en vehículos comerciales y todo lo relacionado con el mundo “furgonetero”: pruebas, comparativas, técnica, etc.

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