En los desplazamientos largos, existen ciertas variables que pueden afectar a nuestra conducta al volante: kilómetros recorridos, temperatura dentro del vehículo, atascos...todo esto incrementa el riesgo de fatiga y, por lo tanto, la posibilidad de generar situaciones de peligro en la carretera, tanto para el que la sufre como para el resto de los usuarios de la vía.
Según un reciente estudio de la Universidad de Loughbourgh en el Reino Unido, los conductores que viajan con un nivel de hidratación insuficiente cometen los mismos errores que los que lo hacen bajo los efectos del alcohol. Las pruebas llevadas a cabo con simuladores de conducción, muestran un riesgo para la seguridad vial que se acentúa en los meses de más calor.
Los resultados de una década formando a los conductores han favorecido el aumento de las buenas prácticas en la conducción, aunque el riesgo de tener un accidente por fatiga sigue siendo importante. El 72% de los conductores consultados declaran haber tenido episodios de sueño al volante en alguna ocasión, junto con pérdidas de concentración en un 57% y visión borrosa en un 40%.