A través de sus testimonios los asistentes pudieron conocer de primera mano las dificultades y obstáculos con los que se encuentran las mujeres que quieren incorporarse a unos trabajos profesionales tradicionalmente masculinos, como el ferroviario, donde, tras el hecho de que el 20% de los trabajadores sean mujeres, se esconde que tan sólo una minoría ejercen como maquinistas de tren, una profesión que, como descubrió Laura Pérez, requiere superar un curso en el que es necesario invertir entre 20.000 y 22.000 euros.
Algo parecido sucede en el sector aéreo, donde Mar Alguacil, la sexta mujer que consiguió el título de piloto comercial en España y que comenzó trabajando como azafata, puso números a la desigualdad. “Hoy somos 100 las mujeres pilotas, sobre un total de 1.600 pilotos. La razón de que pocas mujeres lleguemos a pilotar un avión comercial es de índole cultural y también económica, porque el curso de piloto cuesta entre 80.000 y 100.000 euros”.
Desde sus respectivos trabajos como taxista y conductora de autobús, en sus intervenciones María del Pilar Zarzuela e Irene García también hicieron hincapié en las dificultades que encuentran las mujeres para incorporarse a unas actividades laborales que tradicionalmente han estado desempeñadas por hombres y que, poco a poco, comienzan a pensar en las mujeres que, de forma cada vez más habitual, están accediendo a ellas y donde las particularidades femeninas, en especial los embarazos, suelen significar un problema del día a día o un parón para sus carreras profesionales.
¿Es seguro el transporte de viajeros?
En el caso del tren y del avión, el hecho de que los viajeros sean un riesgo para la seguridad de las mujeres que trabajan en estos medios de transporte tiene que ver más con las tripulaciones que con maquinistas o pilotas. Por el contrario, cuando se trata de taxistas y conductoras de autobús, el problema adquiere otra perspectiva porque, en ambos casos ,y a pesar de los elementos de protección que puedan instalarse en los vehículos, el contacto con los viajeros es más directo.
“En el taxi creo que las situaciones de inseguridad" -afirmó María del Pilar Zarzuela- "son muy excepcionales, pero eso no quita para que lleguen a producirse en algún momento. En mi caso, gracias a la aplicación FreeNow, el vehículo siempre está localizado y, puestos a pedir, no estaría de más la presencia de cámaras en el interior”.
Por su parte, Irene García hizo hincapié en que la inseguridad provocada por las personas que viajan en autobús es casi inexistente. “En corto recorrido, que puede ser más problemático, tenemos mamparas de protección y, en caso de necesidad, siempre podemos activar el “botón del pánico”. Creo que trabajamos con suficiente seguridad”.
"El transporte de viajeros es un actividad que permite que las mujeres puedan compaginar su vida laboral, personal y familiar"
Un trabajo que compensa
A pesar de reconocer que las mujeres no lo tienen fácil para incorporarse al transporte en sus distintos modos y especialidades, María del Pilar, Laura, Irene y Mar afirmaron estar encantadas con sus respectivas profesiones, porque, en su opinión, se trata de actividades que les permiten realizarse como personas, compaginar su vida laboral y familiar y donde las vistas desde la “oficina”, como apuntaron Laura Pérez y Mar Alguacil, "son siempre maravillosas".
“Para mí, el taxi -confesó Maria del Pilar Zarzuela- "me aporta libertad y me permite elegir los horarios de trabajo y decidir cómo prestar el mejor servicio a los clientes”, mientras que para Irene García “todo es bonito. Los turnos me dan la suficiente libertad para compaginar la vida personal y familiar y tengo un trabajo que me permite desarrollarme como persona y ser independiente”.