Parecemos los más modernos y los más avanzados, pero luego se llega a la conclusión de que no estamos haciendo las cosas demasiado bien.
Un artículo publicado en un diario recogía las conclusiones a las que había llegado un investigador alemán que trabaja en el Centro de Políticas Investigadoras y que critica lo siguiente: un sistema económico de crecimiento infinito, que prioriza la obtención de beneficios frente al bienestar de los trabajadores e, incluso la prevervación de la base natural de nuestra vida en común. La conclusión a la que llega este investigador, llamado Philipe Frey, es que hay que encontrar una manera de proporcionar un nivel de vida digno y respetar los límites del planeta. Es decir, este ritmo de vida que llevamos, con jornadas laborales que se alargan hasta el infinito (que se lo digan a los transportistas; conductores y gestores, ambos dos) nos están llevando a consumir cantidades de energía tan grandes que no vamos a ser capaces de sostener desde el punto de vista del medioambiente.
Entre otras cosas, dice también que menos horas de trabajo puede, incluso, contribuir de forma importante a la ecologización de las economías porque, cuanto más trabajamos, mayor es nuestra huella de carbono. Así, reduciendo la cantidad de días laborales y, por tanto, la cantidad de veces que nos desplazamos desde nuestros hogares a nuestros lugares de trabajo, estaremos generando un impacto positivo, también en el medio ambiente. El listado de beneficios es largo: menor problemas de salud ocupacional y reducción de los costes de salud, mejor equilibrio entre trabajo y vida privada, más empleados satisfechos, motivados y productivos (esto último es tremendamente importante). Resultado: empresas más sostenibles con trabajadores que producen más y enferman menos.
Revista Transporte Profesional