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Sábado, 25 Enero 2025

    Manuel F. Rouco, en el nombre de "Dios" todopoderoso

    Manuel F. Rouco Manuel F. Rouco Opinión

    De todos es conocido este eslogan que llevó a las guerras y en las que por él murieron, por intereses inconfesables, muchos hombres inocentes. Valga el símil para detectar intereses que si bien no son trágicos si producen efectos nocivos en la actividad del  transporte y su economía.

    En nombre de la seguridad se encubren intereses económicos, ¿o no? Véase los numerosos  requisitos que afectan a los transportes de masas indivisibles: ahora se pretende calificar de grave o muy grave la ausencia o defecto de cualquiera de ellos como si todos (algunos de chichinabo)  tuvieran el mismo rango,  función o gravedad: que si el trapo rojo es rosa,  que si la distancia de la bombilla no es la correcta, que si el coche piloto va más próximo o alejado, etc. Les invito a leer tales requisitos y a reflexionar sobre los múltiples matices intranscendentes de que  pueden ser objeto,  para que vean que auténticas chorradas que no menoscaban la seguridad puedan calificarse de infracciones, pero, eso sí, a pagar. Y vengan días y vengan chuscos.

    También se propuso  rebajar la velocidad actual de los vehículos, los camiones,  lo que va en contra de la productividad. Gracias a la penuria económica que atraviesa España los dioses de la seguridad han reculado de tal pretensión, se supone que hasta  que pase la crisis. Siempre limitar y prohibir, en  lugar de aprovechar las mejores  infraestructuras viarias y  los impresionantes avances tecnológicos aplicados a los vehículos en relación a la seguridad, tanto activa como pasiva, para incrementar la eficiencia y bienestar en los desplazamientos.

    Otro tema, la formación. Se da la incongruencia de no querer rebajar a 21 años la edad para acceder al carné de conducir profesional; sin embargo a los 18 sí se puede obtener el CAP (el obligatorio y caro certificado de aptitud profesional para conducir camiones), produciéndose así la desmotivación y gravamen económico del que lo ha obtenido, al verse obligado a esperar tres años hasta que pueda obtener el carné de conducir, para cuando los conocimientos adquiridos a través del CAP han perdido parte de su vigencia. De pena.

    Tráfico, hasta la acentuación de la crisis, venia recaudando en torno a los 600 millones de euros anuales y gastaba sobre 500, más o menos;  pues bien, con la crisis, las incontables infracciones  y las altas multas, bajó la recaudación y apareció el déficit, por lo que dejan de ser autosuficientes y menguar la condición de reyes del mambo. Traumatizados,  intentan evitar su ruina a la manera  oficial, no reduciendo el gasto, sino aumentando imperativamente los ingresos, la recaudación, o sea: más infracciones, más sanciones y de cuantías más altas. Por la seguridad, claro.

    Un cuerpo militar, cuya costosa formación sufragan los ciudadanos vía impuestos, que tendría que dedicarse a la seguridad de las personas y bienes, se dedica a trabajos administrativos de recaudación. Recaudar y manosear papeles es propio de vigilantes, no de soldados. Hora es de reorganizarlo y que Tráfico  pase a depender del Ministerio de Fomento, responsable de las infraestructuras viarias y su circulación, y deje de depender del Ministerio de  Interior, el de las pistolas.  ¿Se opondrá a ello aquel dicho de tiempos pasados: "a un civil se le puede militarizar pero a un militar no se le puede ..." ?

    En nombre de la seguridad se cometen muchos atropellos.

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